Cuando sólo nos queda el delirio
El pasado 24 de enero, cuatro seudoadultos se subían a un coche en Barcelona para trasladarse a la localidad francesa de Angulema, donde tenía lugar su tradicional Salón del Cómic. Componían la expedición el editor Joan Navarro, su fiel asistente Dani Barbero, el dibujante mallorquín Pere Joan y un servidor de ustedes. Todo iba bien hasta que, a la salida de Burdeos, nos vimos atrapados en un monumental atasco de cinco horas de duración y se creó una de esas situaciones que ponen a prueba la amistad y la paciencia de los seres humanos. Afortunadamente, Navarro, que es un hombre de recursos, puso una cinta que hizo que las cinco horas de mosqueo pasaran volando.
La cinta en cuestión contenía una selección de las canciones más delirantes, cutres y abominables del pop (o algo parecido) en español de todos los tiempos: Luís Aguilé, Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina, Parchís, Emilio el Moro, El Puma, Los Hermanos Calatrava....Un material abyecto que, convenientemente sometido a nuestra sensibilidad freak, acabó arrojando un saldo de carcajadas nada desdeñable. Tal vez el momento álgido de la sesión lo constituyó la bonita copla Les noies de Vic, en versión del inolvidable Salvador Dalí, cuya letra no me resisto a transcribir: 'Mireu si son putes les noies de Vic, mireu si son putes les noies de Vic... Les unes amb les altres... Chiribiribiri, gorigorigori... S'hi fiquen el dit'. Si el atasco llega a durar dos horas más, estoy seguro de que hubiera entendido por completo la críptica canción de El Puma Pavo real, pero sí columbré que se trataba de un himno al mestizaje y el buen rollito que para sí lo quisiera el mismísimo Pau Donés, ese humanista del pop.
También las mujeres son diferentes en este país. Las ricas, pongamos por caso: parece que tengan que pedir permiso al marido para gastarse el dinero
Navarro nos informó de que los responsables de los discos que contenían esas perlas de la música patria lo eran también de un bonito fanzine llamado Flandis Mandis, en honor a la canción homónima de Tip y Coll. Y al regreso de Angulema, ¿qué me esperaba en el buzón? Lo acertaron, amigos: ¡el primer número de Flandis Mandis! Ya su editorial mostraba la radicalidad de la propuesta: en vez de un monólogo sobre lo mal que está todo, la letra del éxito de Manolo Escobar Moderno, pero español.
La otra tarde, en la terraza del Bauma, estuve compartiendo unos refrescos con los cerebros de Flandis Mandis, Javier Pérez Andújar y Fernando Muñiz, dos treintañeros que, según me dijeron, pertenecen 'a la segunda generación de barceloneses machacados por los psuqueros y por la gauche divine. A ti te cabe el honor de pertenecer a la primera'. Javier se gana la vida corrigiendo y coordinando fascículos y Fernando, que es mod y ha pasado por varias bandas, está actualmente de baja del sector metalúrgico, en el que ha cosechado, de momento, una bonita colección de lesiones de espalda.
Según propia confesión, la risa es lo que les ha movido a la hora de fabricar sus discos y su revista. Dice Javier: 'El panorama, político y a todos los niveles, es lamentable. Lo único que puede hacer uno es reírse. Y los tíos de 25 años están aún peor. Nosotros, durante un tiempo, vimos unas puertas abiertas, aunque nunca llegamos a cruzarlas. Ellos ya se han encontrado las puertas cerradas'. Cuenta Fernando: 'Entré en contacto, a través de Internet, con unos que querían instaurar la tercera república. Eran cuatro, repartidos entre sus sedes de Barcelona y Toledo. Su plan consistía en acabar con las autonomías y convertir España en líder mundial. Decían que eran republicanos, pero a mí me parecieron del sector Ynestrillas. Penoso, macho'.
Tal como está el patio, Javier y Fernando, que no se reconocen en la prensa que se hace en España, han creado su propio boletín, su propio manifiesto, su propio mundo. Como espejo ligeramente deformante, Flandis Mandis pone al descubierto de forma oblicua la imbecilidad contemporánea que se manifiesta especialmente a través de la televisión y de la música. Y reivindicar a El Puma en la era de Tamara puede hasta tener una lectura política. Después de oír las declaraciones de los políticos, los textos de Flandis Mandis son de una gran sensatez. 'Esto va a evolucionar porque a la cultura basura ya le queda poco: no te pierdas el dossier Marta Ferrusola del próximo número', me dice Javier.
No me pienso perder ese segundo número de Flandis Mandis. Más que nada porque lo que encuentro en el quiosco hace tiempo que me deprime. Ya lo decía un famoso anuncio: hay otros mundos, pero están en éste. Y yo no puedo estar más de acuerdo.
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