Insumisos e incorrectos
Cualquiera que retenga el usufructo de un espacio en un medio de comunicación importante recibe el eco (feed back lo llaman los comunicólogos) de los lectores mediante las más variadas sanciones y propuestas. Desde las cartas insultantes en las que se recurre al recordatorio de los padres, fundamentalmente la madre, o a proclamar la supuesta infidelidad de la esposa, hasta las que suscriben todo cuanto escriba el venerado autor. Acumulo desde hace meses cartas, informes y manifiestos de insumisos militantes de distintos frentes que me hablan de represión, no sólo de represión informativa derivada del uso que se está haciendo de lo informativamente correcto por parte de un peligroso yuppismo profesional, sino de represiones directas con el sello del Ministerio del Interior o del Poder Judicial, o represiones calumniosamente desvirtuadoras de la identidad de los reprimidos. Este tipo de cartas me han llegado desde que tengo patente de periodista y escritor, pero observo un aumento de quejío en el último año, como si la salvaje ofensiva de ETA hubiera provocado el efecto indirecto de acentuar la represión en cumplimiento de uno de los preceptos de la educación moral de nuestra infancia: Endereza el árbol joven que mal crece para que sea el día de mañana un árbol de provecho.
El sistema ha descubierto a sus antagonistas de fondo y, tras permanecer a la expectativa durante algunos lustros, empieza a sentirse incómodo ante la presencia social de la insumisión en sus variadas formas y diferentes objetivos. Por ejemplo, el ecologismo. De ser considerado un pasatiempo transitorio de señoritos desocupados, se ha convertido en una preocupación que el poder siente porque suele ser uno de sus eslabones débiles, y se ha creado una sabiduría convencional ecologista sin la que no sería explicable la alarma social creada por la quiebra de la confianza en la política alimentaria. El daño real causado por las vacas locas en la especie humana no puede ser todavía medido, pero es evidente que el detectado no justifica la contundencia de la reacción insumisa del consumidor, desconfiado en toda la cadena de filtros alimentarios, especialmente de las políticas. Un futurista de la represión del ecologismo fue el presidente francés Mitterrand, que no sólo respaldó la acción de sus agentes para asesinar a ecologistas que boicoteaban las pruebas atómicas en el Pacífico, sino que más tarde condecoró con alevosía y nocturnidad a los asesinos. El principio de que no debería propiciarse un crecimiento económico sin rebajas ecológicas ya no lo manejan exclusivamente los ecomarxistas, sino que ilustrados ciudadanos de las más variadas filosofías de la historia comprenden que es así, que esta prevención ha dejado de ser un arma arrojadiza ideologista para convertirse en una verdad objetiva. Entre los varios documentos que me han llegado sobre la represión del ecologismo en España retengo uno de cinco Ecologistas de Acción condenados a ingresar en la cárcel por haberse encadenado a un tren que transportaba un reactor nuclear a la central de Trillo. La diferencia de vara de medir la confirma una sentencia absolutoria de los responsables de la contaminación de Doñana, y mis comunicantes me recuerdan diferentes ejemplos de la mano blanda utilizada por los jueces con los causantes de catástrofes ecológicas y la mano dura cuando se trata de insumisos.
A raíz de los encierros de inmigrantes ilegales en diferentes iglesias de Barcelona, refugium peccatorum, consolatrix aflictorum, como en los tiempos de Franco, Franco, Franco, otros insumisos proponen que rompamos todos el carnet de identidad y nos convirtamos en sin papeles, propuesta que me inquieta, tal vez porque pertenezco a promociones biohistóricas que a veces no tenían los papeles suficientes ni para encerrarse en las iglesias, pero que revela una actitud clarificadora ante el inmenso cinismo que Gobierno y empresarios están demostrando en el asunto de la inmigración. La propuesta de estos encorajinados sin papeles no podría calificarse ni siquiera de maximalista y reclaman que los inmigrantes indocumentados sean empadronados para gozar de los derechos de ese empadronamiento y no acentuar su condición de carne explotada y apaleada. Observe el agudo telespectador la facilidad con la que las fuerzas de seguridad del Estado o de la comunidad autónoma emplean la porra para alinear correctamente las colas de sin papeles que tratan de conseguirlos.
En un manifiesto se pide la dimisión de Mayor Oreja y de la delegada del Gobierno en Cataluña, señora García Valdecasas, por las interesadas chapuzas sobre la cuestión, dimisión que Mayor Oreja ya ha materializado, pero para aspirar al cargo de primer lehendakari antinacionalista. Lástima que el señor Mayor Oreja no permanezca en el Ministerio del Interior para comprobar los frutos de su viaje a Ecuador, cuando descubrió que si los inmigrantes ecuatorianos regresaban al Ecuador y luego volvían con papeles adecuados dejaban de ser sin papeles y con mucho más mérito que si sólo se hubieran trasladado a la Embajada de Madrid para obtenerlos, por ejemplo.
La brutalidad criminal de ETA ha sido utilizada por los programadores de la seguridad nacional para tratar de machacar a todo lo que pueda ser insumisión, porque, a raíz de las relaciones denunciadas entre el comando Barcelona y algunos representantes de los movimientos insumisos, se trató de inculcar la imagen de que todos los movimientos eran potencialmente cómplices de los etarras, ya que su radicalismo crítico les llevaba al nihilismo terrorista o criptoterrorista. En otro manifiesto titulado Que nos dejen en paz, suscrito por movimientos okupas, antifascistas, antimilitaristas, grupos de solidaridad, se recuerda una de las tesis del general Videla: Terrorista no es sólo el que pone bombas, sino quien actúa contra los valores de nuestra sociedad occidental y cristiana. Se denuncian cinco años de criminalización de estos grupos insumisos a cargo de un grupo de la Brigada Provincial del Cuerpo Nacional de Policía, heredero, según los contestadores, de lo que en su día fue la Brigada Político-Social.
No es posible una correcta información sin que exista una jerarquía de valores informativos que predeterminan lo que se publica y la sanción positiva o negativa de lo comunicado. Pero resulta alarmante comprobar que, en una democracia y en una cultura de mercado, sólo sea considerada noticia la catástrofe, con el terrorismo incluido, y no lo sea la represión de grupos que han tratado de establecer, con mayor o menor acierto, lo que Jorge Riechman y Paco Fernández Buey llamaban Redes que crean Libertad. Históricamente, estos movimientos como conciencias externas han hecho posible los cambios progresistas desde extramuros del sistema, y vale la pena de que nos enteremos de que nuestro sistema está agrediendo duramente a los insumisos incorrectos que no estén en la cada vez más abundante nómina oficial de insumisos correctos. Podría utilizar como ejemplo de conciencias externas a aquellos maestros de escuela o aquellos cantantes ambulantes que tan incorrectamente, a lo largo del siglo XVIII, divulgaban las ideas de una revolución burguesa, o de aquellos sindicalistas incendiados por la policía de Churchill porque reclamaban derechos que hoy aceptan hasta algunos miembros de la dirección de la patronal española.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.