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Polémica en Suiza por el pasado nazi del fundador del Museo Flick

La propuesta del conocido multimillonario alemán Friedrich-Christian Flick de crear un museo de arte contemporáneo en Zúrich está rodeada de una fuerte polémica por la negativa de la familia del mecenas a indemnizar a la mano de obra esclava empleada por su empresa durante el Tercer Reich.

Flick, de 56 años, vendió su participación en la empresa familiar de producción de armamento en los años setenta, se embolsó los millones que le correspondían y se estableció en Suiza, donde se interesó por el mundo del arte de vanguardia y comenzó a coleccionar obra de Marcel Duchamp, Donald Judd y Sigmar Polke, entre otros.

Inoportunamente para él, la polémica sobre el pasado nazi de su familia ha estallado en el momento en el que se disponía a sacar las alrededor de 2.500 piezas de su colección privada para exponerlas al público en un viejo edificio industrial de Zúrich cuya reforma ha ofrecido al famoso arquitecto holandés Rem Koolhaas.

Según el diario alemán Suddeutsche Zeitung, tanto la madre como los hermanos Flick siguen negándose a indemnizar a quienes fueron obligados a trabajar en sus fábricas de carbón y acero durante la Segunda Guerra Mundial o a sus eventuales herederos.

Práctica común

La utilización de mano de obra esclava fue una práctica común en la industria alemana durante la época de Hitler, pero, a diferencia de la familia Flick, otros empresarios han aceptado contribuir a un fondo de indemnización a las víctimas o a sus descendientes.

En declaraciones al dominical Sonntagszeitung, el alcalde de Zúrich, Josef Estermann, reconoce hoy que esa negativa 'empaña' la iniciativa de construir el museo. Es obvio -dijo- que 'la inmensa fortuna de los Flick se crea básicamente en la Alemania nacionalsocialista, por lo que los herederos deberían sentirse históricamente responsables'.

'Si él y su familia hubiesen cumplido esa obligación moral, nadie en Zúrich estaría contra su museo', afirma el alcalde.

Agregó que, como se trata de una institución privada, nada puede hacer, sin embargo, la ciudad por impedirlo si solicita permiso para su construcción. Estermann reconoce al mismo tiempo que tampoco los suizos pueden dar lecciones a nadie en ese sentido porque 'nuestro propio bienestar se debe a condiciones marco muy discutibles: basta con pensar en el secreto bancario'.

Atraídos por ese secreto, que los bancos suizos defienden a capa y espada, han buscado refugio en el pasado en este país las fortunas de sangrientos dictadores, narcotraficantes y evasores fiscales como Marc Rich, cuyo indulto por el ex presidente estadounidense Bill Clinton el su último día en la Casa Blanca provocó una gran polémica en EE UU. Rich, que se refugió en Suiza huyendo de la justicia estadounidense, es, por cierto, uno de los grandes benefactores de la escena cultural de Zúrich, como quiere ser ahora el también multimillonario Flick.

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