El Grand Palais de París acoge una gran antológica de Paul Signac
El Grand Palais de París dedica una gran retrospectiva a Paul Signac (1863-1935) en una exposición realizada en colaboración, al menos sobre el papel, con los museos de Van Gogh de Amsterdam y el Metropolitan de Nueva York. Y es sobre el papel, porque París presenta un total de 81 pinturas y 53 obras sobre papel, y ese total tendrá 45 cambios cuando vaya a la capital holandesa o a la ciudad americana. Por distintas razones -precio, prestigio, reglamento-, muchas pinturas no viajan. Es el caso de las telas de nieve de Signac -ahí los copos prefiguran su división de la pincelada- o del retrato de su amigo el crítico Félix Fenéon, que no abandonan su actual domicilio americano. En justa correspondencia, París tiene la exclusiva, por ejemplo, de una de las grandes obras de Signac, Au temps d'harmonie, básica para comprender el discurso moral-ideológico que defendía el artista. El resultado es que la única antología real es la que propone el catálogo.
Signac fue la gran figura del neoimpresionismo o divisionismo. Su técnica innovadora, heredera de ciertos descubrimientos científicos sobre la luz y el color, le lleva a pintar con breves pinceladas y a evitar la mezcla de colores, dejando que sea el ojo del espectador el que recomponga la gradación de los tonos en su retina. Signac no es el inventor de ese puntillismo, y él reconoce siempre su deuda con Seurat, pintor al que admira y al que su muerte temprana -en 1891- le impide saber de la gloria en vida. Para Seurat, el puntillismo era un estilo; para Signac, una técnica. El primero se siente incómodo al tener seguidores, el segundo escribe libros teóricos sobre el divisionismo y procura ganar para su causa a otros artistas. Para Seurat, ser original es un valor, mientras que para Signac lo que cuenta es compartir.
Épocas
La exposición está dividida en cuatro épocas: la anterior al neoimpresionismo -el término es de Fénéon-, la del descubrimiento de la vía divisionista, el periodo de Saint-Tropez (1892-1900) y la serie Puertos y viajes. A esta organización se superpone el corte que supone la guerra 1914-1918. El Signac anarquista, que pinta barriadas, matrimonios en crisis o idílicos universos futuros en los que cada hombre vive de acuerdo con sus necesidades se desvanece tras la Primera Guerra Mundial para dar paso a un hombre que busca la belleza en el paisaje, que rehúye la figura humana. El pacifista decepcionado por la carnicería patriótica deja pasar los cuatro años de guerra sin tocar los pinceles, leyendo a Stendhal y navegando en su yate. Y, luego, las pinturas son escasas, pues Signac prefiere la acuarela, más adecuada a su nuevo temperamento de viajero.
En París la exposición permanecerá hasta el 28 de mayo. Después se exhibirá, desde mediados de junio, en Amsterdam y, desde el 9 de octubre, en Nueva York.
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