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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mestizos

Llegué desde Chile a Barcelona en octubre de 1974. Era un exiliado-inmigrante, pues las intenciones eran afincarse en este país, después de dejar atrás... nada más que un mal sueño. Fui recibido por catalanes que me acogieron en su casa, unos dándome de comer, otros alojándome, y todo ello con cariño y con respeto. La verdad es que resultábamos un poco 'exóticos', ya que sabíamos leer y escribir, entendíamos varios idiomas, sabíamos lo que pasaba y había pasado en el mundo, y qué era Cataluña. A pesar de dicho exotismo se me trató, insisto, con cariño y de igual a igual. Quienes me recibieron eran familias pudientes, 'familias bonas', y me presentaron a sus amigos y a los amigos de sus amigos, y me ayudaron, de muchos modos, a ubicarme en este país. Como muchos de los inmigrantes de hoy tuvimos que hacer interminables colas para acceder a los 'papeles'. Cuando dejé Chile, dejé a muchos catalanes afincados en mi tierra, huidos en su momento de la guerra civil, o llegados a Chile por otros motivos. Y había catalanes en todos los estratos de la sociedad chilena: desde el panadero de la esquina hasta el profesor universitario. Nunca a nadie se le habría ocurrido decirle a sus hijos en el parque que no jugaran con esos chicos que hablan tan raro, que no se sabe bien si es francés mal pronunciado u otra cosa. Yo de niño y adolescente, en los colegios por los que pasé tuve compañeros judíos, libaneses, yugoslavos, alemanes, bolivianos, y nunca hubo problemas de trato ni de desigualdades. A nadie, entonces (hablo antes del golpe de Estado), se le habría ocurrido reclamar porque un inmigrante español: catalán, gallego o extremeño, recibiera algo del Estado que nosotros no recibiéramos. Todo el mundo tenía que trabajarse su futuro, pero no había ni el menosprecio ni el miedo al extranjero. Creo que pese a la contingente desmesura verbal de la señora Ferrusola (que la mujer del César no sólo ha de ser sino también parecer... dice el dicho), el seny de la gente de este país hermoso pondrá las cosas en su sitio, y que este país -como otros muchos- o serán mestizos o no serán.-

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