París, ante el gran cambio
Los socialistas franceses aspiran el próximo domingo a arrebatar a la derecha la alcaldía de la capital por primera vez en la historia
¿Arde París? Políticamente, sí. Una ciudad rica y conservadora, donde los precios inmobiliarios suben en torno al 10% cada año, parece al borde de dejar atrás 24 años de gobierno de derechas para caer en manos de un alcalde de izquierda. La derecha se resiste; los socialistas quieren convertir los ayuntamientos en punta de lanza para las elecciones presidenciales y legislativas del 2002. Así, todos los partidos tienen buenas razones para dramatizar un proceso electoral que interesa a tres de cada cuatro ciudadanos, y cuya primera vuelta se celebrará el domingo próximo.
La campaña está resultando menos tranquila de lo que el Partido Socialista desearía. Por ejemplo: una lluvia de huevos sorprendió al primer ministro, Lionel Jospin, durante un acto de campaña. Él no es candidato en ninguno de los 36.000 municipios de Francia, pero recorre el país mientras las encuestas le perfilan como bien colocado para ganar las presidenciales del 2002, objetivo más fácil si la izquierda arrebatara a la derecha una veintena de ciudades, París entre ellas.
¿Cómo parar la marcha triunfal del primer ministro? La crisis de las vacas locas ha proporcionado el pretexto: un grupo vinculado al principal sindicato de agricultores (FNSEA), cuyo presidente ha sido condecorado por Chirac, bombardeó el paseíllo de Jospin por el Salón de la Agricultura -una especie de Feria del Campo a la francesa-.
A sus 63 años, y tras 44 meses en el poder, Jospin muestra una resistencia al desgaste que no tuvieron sus predecesores. Cinco años mayor que él, y aparentemente en mejor forma física, Jacques Chirac se mantiene en sus cuarteles del Elíseo, sin más intervenciones públicas que las referidas a los problemas de Estado: la autonomía de Córcega, la firma del Tratado de Niza o los preparativos de la enésima reunión con el canciller Schröder.
Pero ahí están los sondeos: un martirio de malas noticias para el partido neogaullista Unión por la República (RPR), que los medios de comunicación más próximos a la derecha aventan como una suerte de conjuro contra el desastre.
Peligroso heredero
Chirac corre el riesgo de perder esta elección sin presentarse candidato. Fue alcalde de París desde 1977 hasta que las urnas le llevaron a la presidencia de la República en 1995. En la alcaldía quedó su lugarteniente, Jean Tiberi, que dilapidó la herencia chiraquiana al lograr que se descubrieran una serie de escándalos sobre empleos ficticios.
Chirac se ha apartado progresivamente de Tiberi, su peligroso sucesor. Pero éste no se ha rendido: en posesión de todos los secretos de la corrupta alcaldía de París, ha amenazado con hacer uso de ellos si el partido fundado por Chirac no le respaldaba. Y, casualidad o no, en los últimos meses de 2000 menudearon las informaciones sensacionales que situaron al propio Chirac en el centro de un sistema de cobro de comisiones entre adjudicatarios de obras públicas, montado en la etapa en que él dirigía París.
Tras la aparición de estos dosieres, y sin que nadie le haya imputado públicamente estar en el origen de las filtraciones, el partido neogaullista expulsó a Tiberi y puso al ex presidente de la Asamblea Nacional, Philippe Séguin, en calidad de candidato a alcalde de la capital. Lo cual no ha evitado que Tiberi organice listas propias en colaboración con el ex ministro del Interior Charles Pasqua, que ahora se enfrentan en las urnas a los neogaullistas de Séguin.
Mientras, el candidato del Partido Socialista a ese puesto, Bertrand Delanoë, ha hecho prácticamente toda su carrera política como concejal parisiense. Menos conocido que sus oponentes, este hombre modesto no tiene inconveniente en reconocerse homosexual: pero nadie utiliza esta circunstancia contra él, en un país donde existe un amplio margen de respeto a la libertad personal.
De las divisiones de la derecha podría sacar partido el grupo centrista UDF. En Lyón, el candidato de la 'izquierda plural' acaricia la idea de quedarse con la herencia de Raymond Barre, el respetado centrista que fue primer ministro y que ha terminado su carrera política como alcalde de la segunda ciudad de Francia, pero los sondeos no muestran un claro favorito. Y en Toulouse, que ha tenido 18 años de gobierno centrista, el candidato de UDF, Philippe Douste-Blazy, puede aprovechar las divisiones del voto de izquierda, entre los partidos tradicionales y la lista 'Motivé-e-s', sostenida por el grupo musical Zebda, para conservar esta pujante ciudad.
El panorama parece tan negro para la derecha que ha aparecido una nueva arma electoral: la esposa del presidente de la República, Bernadette Chirac. Nunca había mostrado deseos de protagonismo y su papel como señora de un político importante no había podido ser más tradicional, salvo una presencia simbólica en la asamblea cantonal de Corrèze, el feudo de los Chirac.
La nueva estrella de la derecha se ha puesto a recorrer el país desde mediados de febrero. '¡Batíos hasta el último minuto: esto es lo que he aprendido durante 30 años junto a Jacques Chirac!', es su discurso de campaña.
Jospin ha ironizado sobre esta participación del presidente de la República por persona interpuesta: 'La campaña la hago yo mismo, no envío a mi mujer'. Desde la derecha le han contestado: '¡Grosero!'. El entorno del presidente asegura que ha sido una decisión autónoma de Bernardette Chirac y ha reivindicado su derecho a apoyar a 'los amigos'. ¿Acaso no se han cansado todos de proclamar las actuales elecciones municipales como las de 'la paridad' hombre-mujer?
Pista para las mujeres
Esta vez lo han intentado. Más o menos, un 50% de las listas de candidatos a los ayuntamientos contiene nombres femeninos. El hecho es novedoso y por eso la lupa se ha fijado en ellas mucho más de lo que ocurrirá cuando la práctica se normalice.
Algunas feministas tuercen el gesto: temen una nueva instrumentalización de la mujer. Aquí y allá surgen casos de esposas, amantes o amigas de tales o cuales políticos, que salpican las listas. '¿Y por qué no la viuda de...?', se preguntan. Pero los defensores de la incorporación de la mujer a la política lo tienen fácil: además de las municipales están convocadas unas elecciones cantonales, a las que no afecta la regla de la paridad. Las mujeres sólo representan el 8% en las asambleas existentes en los 2.000 cantones sometidos a renovación. Y ese porcentaje apenas va a incrementarse, porque las aspirantes femeninas a las cantonales son tan escasas como de costumbre.
Acumulación de cargos
Lo que no parece tener remedio en este país es la costumbre de ocupar dos, tres o cuatro cargos políticos a la vez. Una neta mayoría del cuerpo electoral (55%) desea prioritariamente que su alcalde ejerza este puesto a tiempo completo, sin compartirlo con responsabilidades nacionales, según una encuesta publicada recientemente por el diario Le Monde. Pues bien: 28 miembros del Gobierno Jospin -de un total de 33- se encuentran implicados como aspirantes a las elecciones locales. Hasta el Parlamento permanece cerrado, a fin de que sus miembros puedan dedicarse intensamente a la campaña electoral. El primer ministro, Lionel Jospin, que ha sacado adelante un buen número de iniciativas políticas novedosas a lo largo de sus casi cuatro años de gobierno, ha fracasado a la hora de pedir a sus ministros que elijan entre el Gobierno o las alcaldías. Sólo el ministro de Defensa, Alain Richard, ha dado a entender que lo dejará si consigue la presidencia del cantón de Val-d´ Oise. Por más que hable de reformas, y desde luego algunas ha intentado, la izquierda está muy a gusto en las estructuras y costumbres políticas más tradicionales de Francia.
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