Marcos acusa a los gobiernos de México de continuar con el 'látigo' de la conquista
Levantisco en Oaxaca, el subcomandante Marcos equiparó los planes de desarrollo económico del Gobierno mexicano con los estragos causados por la conquista española hace cinco siglos, y llamó a una revolución contra el sistema, a 'voltear el país y ponerlo como debe estar'. Si en el pasado se usó 'el látigo y la espada para conquistar nuestra tierra', afirmó, 'hoy se usa al Ejército y al engaño para lo mismo'. Otra vez descalificado, el presidente, Vicente Fox, fue identificado como 'el nuevo capataz al servicio del dinero'.
Miles de simpatizantes colmaron la plaza de la catedral de la principal alameda de la capital de un Estado de tres millones y medio de habitantes, más de la mitad perteneciente a 16 etnias. 'Los pueblos indios de todo México sobrevivimos en las más escandalosas condiciones de miseria', dijo el intelectual blanco, jefe del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sublevado en enero de 1994, quien parece querer erigirse en el líder de 10 millones de mexicanos. El 28% de esos 10 millones, repartidos en los cuatro puntos cardinales de este país de 100 millones de habitantes, vive en el Estado visitado por Marcos en su recorrido hacia Puebla.
'Los recursos naturales son arrasados para transformarlos en mercancía', denunció otro orador. Horas antes de la llegada de la caravana, antizapatistas procedentes de Chiapas repartieron cerca de 300 ejemplares de la Voz Nacional, una publicación de combate que acusa a los zapatistas de 'la muerte de más de 200 mexicanos y cientos de heridos'.
Los ejemplares no llegaron hasta la plaza donde Marcos era aclamado por indios, mestizos y criollos que le perciben con un nuevo referente de la izquierda nacional, escasamente pródiga en líderes de talla. Los indígenas cultivan una relación existencial con la tierra, y sobre ella incidió el jefe del EZLN para rechazar el programa oficial de instalación de industrias en el sur, que consideró depredador de la tierra y los recursos naturales. La intervención de Oaxaca le distanció aún más del Gobierno, y de su titular, Vicente Fox, cuyas declaraciones subrayando que él también quiere la liberación indígena, calificó el insurrecto de mentirosas en varias comparecencias.
No citó a los conquistadores españoles, pero no había pérdida cuando recurrió a su comportamiento para arremeter contra los proyectos económicos. '¿Creen que nos engañan? ¿Que lo hacen con algo nuevo? Porque nada tienen de diferente sus pensamientos y métodos con los que hace cinco siglos intentaron exterminarnos, y llamaron a su guerra de destrucción con el nombre de civilización'. Indios zapotecos, mixtecos o huaves, silenciosos la mayor parte del tiempo, figuraban entre los asistentes al acto desarrollado en una plaza tomada por pancartas, banderas y reclamaciones de justicia.
La caravana llegó ayer a Puebla saludando a su paso. Dejó atrás a 250 simpatizantes italianos, españoles y franceses. Sin avisar, ni comunicar las razones, los autobuses en que viajaban no aparecieron en el punto señalado para continuar ruta. 'Civilización se llamaba la destrucción de nuestra civilización y nuestra cultura, a las masacres de indígenas, al despojo de sus tierras y riquezas, a la humillación y el desprecio por nuestra cultura', tronó el subcomandante. 'A la burla por nuestra lengua, al rechazo por nuestro vestido, al asco por nuestro color moreno, que no es otro que el color de la tierra'.
En una de las escalas, los 24 jefes rebeldes, pasajeros del autobús insignia, fueron expurgados de malos espíritus por chamanes zapotecas. Marcos reiteró que no pretende la autonomía de los indígenas para separarse de México, sino para evitar 'que este país termine hecho añicos y malbaratado'. 'Me gusta su causa del subcomandante, pero no el procedimiento [la sublevación armada]', comentaba una ilustrada matrona zapoteca, ataviada con un colorista vestido tradicional. Otros grupos aconsejaban a Marcos que exigiera la salida del Ejército, no sólo de Chiapas, sino también de Oaxaca, Hidalgo 'y otros Estados'.
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