Andalucía
Siempre fue dos. Su propia geografía diferencia entre la baja y la alta Andalucía -la occidental y la oriental-. Y esa diferencia, su enorme diversidad, su extraordinaria extensión, ha hecho que no haya sido fácil a un almeriense, por ejemplo, identificarse con un sevillano, un onubense con un jiennense, etcétera.
Andalucía es grande y ello hace que cientos de grandes y pequeñas cosas diferencien una parte del territorio de otra, y eso, que la enriquece, también ha servido para hacerla débil, porque la ha separado.
El sueño de una sola Andalucía enriquecida por toda su diversidad es reciente, tanto que todavía está realmente por lograr. Es mucho lo andado en 20 años de autonomía, tanto que mirar atrás supone un ejercicio de distancia increíble por lo mucho andado. Pero volvemos otra vez a nuestra tendencia de enzarzarnos en absurdas, pequeñas y cortas miras, no más allá de las narices de quienes miran a su pueblo y creen ver el mundo. Pero hay más, porque grandes intereses de unos pocos se quieren imponer a los intereses mayores de un pueblo que puede dejarse engañar. Tanto el asunto desgraciado de las cajas de ahorro, como el de la capitalidad de Andalucía, nos han puesto en situación de psicodrama colectivo, por la defensa de nuestro pueblo de cada uno, y no deberíamos estar dispuestos a seguir a quienes, al fin y al cabo, tienen una misión coyuntural en la comunidad, frente a la carga de eternidad del futuro.
Andalucía no será fuerte por ser grande, al contrario, su propia extensión, si no se unen a los intereses de todos en el objetivo de una única Andalucía, seguirá siendo la que la debilite. Lo peor de todo es que haya unos que, porque coyunturalmente tienen poder para hacerlo, intenten dividir, para vencer en su pueblo, y otros, lo que es peor, intenten y consigan imponer su interés particular por encima del interés general. Lo que viene ocurriendo en Andalucía en los últimos meses tiene algo de inquietante y resulta desolador que haya quienes teman menos a la persistencia de la desvertebración de Andalucía que a la pérdida de su poder. Pequeño gran poder, cuya acción agosta el futuro y desalienta el presente.
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