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Carew se une por fin a la fiesta

Tres goles del noruego le dan el triunfo a un buen Valencia ante un Villarreal decepcionante

El Valencia confirmó su gran momento y su cambio de estilo para dejar en la cuneta a un Villarreal con excelentes antecedentes, aunque ayer un tanto decepcionante. En ningún momento pudo el conjunto castellonense con el chorreo de fútbol de los chicos de Cúper, que fueron los mismos que dominaron al Manchester United con una salvedad: Carew se unió por fin a la fiesta. El noruego firmó tres goles y se olvidó así de un mes aciago para él. La defensa adelantada del Villarreal le vino de perillas a la envergadura de Carew, que dio rienda suelta a su potencia descomunal. La habitual alegría del Villarreal se vio truncada por una zaga valencianista de piedra, con Pellegrino casi perfecto. Víctor Muñoz se traicionó a sí mismo con el marcaje individual de Galván sobre Aimar que a la postre no le valió de nada. Tocó poco el argentino, pero suficiente para que el Valencia manejara a su antojo el centro. Además, Cúper, muy listo, mandó a Aimar arriba en la segunda parte y así, con su perseguidor metido atrás, el Valencia dispuso de más gente en el centro del campo. Sánchez, por otro lado, ha resultado el gran beneficiado de la llegada de Aimar. Circula el cuero por el suelo y ahí Sánchez disfruta como pocos. También Baraja, quien, desde el mediocentro, vislumbra siempre a un enganche que le desahoga el juego. Aimar, por supuesto. Llegó la hora de los pequeñitos en Mestalla. Los que juegan de primeras, se asocian y hacen fácil lo difícil. O sea Sánchez, Aimar, Mendieta. Todos protegidos por Baraja, que les guarda las espaldas, les orienta el tráfico, les da equilibrio. El público comienza a divertirse. La juerga se produce porque ha llegado al grupo un futbolista diferente. Capaz de impregnar un estilo, una forma de ser y de jugar. Aimar, claro. A pesar de que ayer el centrocampista argentino se topara con una sorpresa desagradable. Víctor Muñoz le colocó a un sabueso -Galván- que se dedicó a perseguirlo sin cesar, sin perderlo de vista ni para estornudar.

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La defensa en línea del Villarreal tiene sus riesgos: falla en el despeje el defensa, y el delantero encara solo al portero. Y a Unai, en gran estado de forma como bien sabe Camacho, pifió un despeje y Sánchez se escabulló. El delantero valenciano entonces le entregó el gol cantado a Carew.

El otro central del conjunto amarillo, Quique Álvarez, el hijo del clásico Quique Costas, viene completando un magnífico curso. Se trata de un defensa rápido e inteligente. De los que compensa su escasa estatura con colocación y cabeza. Así fue su gol: entre una nube de fornidos cabeceadores valencianistas, giró el cuello desde el primer palo y envió el balón justo al otro poste.

El Villarreal creyó en esos momentos confirmar sus expectativas, pero el Valencia lo acogotó tras la reanudación. Jugó de cine el grupo de Cúper. Con determinación y clase. Y ya que Unai no podía con Carew, Víctor Muñoz le dio paso a Berruet. El problema para el Villarreal no era ése. O no el único. La gran diferencia radicó en el centro del campo, donde el Valencia se mostró mucho mejor. Sobre todo por el gran partido de Baraja. Se dio cuenta Muñoz e introdujo a Xavi Gracia, que equilibró el choque.

El Valencia se tomó un respiro y el Villarreal, con más gente en la medular, agarró el esférico. Llegó el primer disparo a puerta de Palermo, pero con la derecha. Muy flojo. Muñoz optó por la baza definitiva de Craioveanu. Pero el rumano ni se estrenó: hubo de vérselas con Angloma, que está impresionante. Y Cañizares salió bien parado de un par de duelos aéreos con Palermo. Estaba claro, sin embargo, que la tarde era de Carew, que completó su hat trick con un remate de cabeza blando y cruzado. Carew, por fin, se unió a la fiesta de Aimar.

Jugadores del Valencia abrazan a Carew tras uno de los goles del noruego.
Jugadores del Valencia abrazan a Carew tras uno de los goles del noruego.JOSÉ JORDÁN

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