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Tribuna:COYUNTURA ESPAÑA
Tribuna
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Las tendencias de nuestra economía

Los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral confirman que la economía española ha entrado en una nueva dinámica en los últimos meses. En síntesis, podríamos decir que en los dos últimos años tanto las familias como las empresas venían aumentando sus gastos en consumo e inversión muy por encima de lo que lo hacían los recursos generados por las mismas, lo que fue reduciendo las tasas de ahorro y aumentando el endeudamiento hasta niveles históricos, todo ello en un contexto de euforia y de creencia de que la bonanza económica iba a durar eternamente. La pérdida de renta real al aumentar los precios de la energía, la subida de los tipos de interés y el cambio de orientación de las bolsas han sido los detonantes que han hecho ver a las familias y a las empresas lo peligroso de mantener su comportamiento, lo que ha cambiado sus expectativas y ha conducido a un brusco frenazo del consumo y, sobre todo, de la inversión en equipo.

Utilizando los datos corregidos de estacionalidad y calendario laboral, vemos que la contribución de la demanda interna al crecimiento interanual del PIB pasó de 6 puntos porcentuales (pp) en el primer trimestre del año a 2,5 pp en el último (ver gráfico). Si el crecimiento del PIB sólo se desaceleró desde el 4,4% hasta el 3,7% en el mismo periodo, fue porque la demanda externa neta mejoró su aportación, desde una cifra negativa de -1,6 pp a otra positiva de 1,2 pp, gracias al fuerte tirón que ha ejercido la economía internacional sobre nuestras exportaciones y al debilitamiento de las importaciones.

Ya habíamos asumido todos que el crecimiento de la economía española iba a reducirse. El propio Gobierno lo fijó en una tasa del 3,6% en los Presupuestos del Estado, es decir, medio punto porcentual menos que el de 2000. Los analistas privados éramos algo menos optimistas y estábamos dando una cifra del orden del 3,2%. Sin embargo, creo que, si la Contabilidad Nacional refleja correctamente las tendencias de nuestra economía, será difícil llegar al 3%. El parón del consumo continuará algún tiempo, pues las familias tienen que rehacer sus tasas de ahorro en un contexto de desaceleración del empleo. Por lo mismo, es de prever una caída de la demanda de viviendas, lo que frenará el pilar fundamental de la demanda interna, la construcción. Con una demanda débil, expectativas a la baja y unas cuentas de resultados menos boyantes, tampoco es previsible una mejora de la inversión empresarial. En resumen, el crecimiento de la demanda interna continuará siendo modesto, inferior al 3%. El problema es que, al contrario que en la segunda mitad de 2000, la demanda externa neta no podrá aportar mucho, dada la intensa desaceleración que empieza a registrar la economía internacional.

Aunque la situación no sea dramática, el escenario con el que se diseñó la política económica para este año ha cambiado notablemente. Por ejemplo, si se mantiene el mismo nivel de gastos públicos previstos en los presupuestos, será difícil conseguir el déficit cero. El Gobierno debería decir qué piensa al respecto y orientar a los agentes económicos sobre la mejor forma de sortear esta nueva fase que muchos creían cosa del pasado.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (FUNCAS).

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