Lágrimas negras

Dos estudiantes de periodismo a quienes habían encargado hacer un trabajo a medias repasaban en la mesa de al lado los sucesos de la semana para ver cuál se prestaba mejor a un reportaje. Pedí otro café y puse el oído, para ver si me iluminaban.

-Esto sí que es fuerte -decía uno-. La tía que parió en un coche abandonado el martes tuvo hace años otra niña a la que abandonó en el campo. La encontraron llena de hormigas.

-Yo me dejé un bocata de mortadela en el suelo cinco minutos y cuando volví a recogerlo estaba negro de hormigas.

-Pero un bocata no es un bebé.

-Me refiero a la potencia de la imagen, ¿entiendes? Niña con hormigas, parece el título de una instalación surrealista.

-Se me ocurre un titular mejor: Rescatada por el Samur cuando estaba a punto de ser devorada por el surrealismo.

-Daríamos la impresión de estar en contra del surrealismo, cuando se trata de estar en contra de las hormigas.

-O de la madre que entregó la niña a las hormigas.

-En cualquier caso, es un asunto muy antiguo. No vale.

-Pues acaba de parir otra vez, ahora en un Ford Escort abandonado.

-¿Por qué en un Ford Escort?

-Es lo que pone aquí. Un Ford Escort rojo. Su compañero sentimental no sabía que estaba embarazada. Ella tuvo su primer hijo a los 14 años. Aquí hay un reportaje.

-No me gusta. Demasiada miseria. Busquemos otra cosa.

Mientras los chicos daban vueltas a los periódicos, una fila de hormigas imaginarias empezó a introducirse por mi oído en dirección al encéfalo.

-Mira esto. Laura Fernández, la esposa de Emilio Menéndez, va a ir a juicio acusada de haber contratado a un pistolero que matara a su marido a cambio de 50 millones, un Cartier y un polvo.

-Pero qué cosas más raras.

-Ahí es donde podríamos poner el acento, en la rareza. Seguro que a ti te parecen lógicos los 50 millones.

-Pues sí.

-E ilógicos el Cartier y el polvo.

-Claro.

-Fíjate qué escala de valores la tuya, que sin duda es la de la sociedad en la que vivimos. Matarías por dinero, pero no por una obra de arte como un Cartier, ni por una hora de amor con una mujer bellísima.-Tú estás loco, chico. Y deja en paz mi escala de valores. Aquí de lo que se trata es de aprobar. Busca otra cosa.

-El pequeño comercio acepta la ampliación de horarios decidida por el Gobierno.

-A mí eso del pequeño comercio me suena a cosa de marcianos.

-Pues podría estar bien enfocarlo desde ese punto de vista. Imagínate el titular: Los marcianos aceptan el horario de las grandes superficies.

-Se pondría en contra nuestra todo el sector.

-Es un trabajo para subir nota. No se va a publicar.

-Pero debemos actuar como si estuviéramos haciéndolo para un periódico.

-Pues olvídate de los marcianos. ¿Qué queda?

-Nada, un apuñalamiento... Mira, aquí hay algo curioso. Dice que las aguas del Jarama no son aptas para ningún uso, excepto para el riego, y aun así con ciertas precauciones.

-Ni que fuera un río de ácido sulfúrico.

-Ahí hay un reportaje. Madrid, atravesado por un río de ácido sulfúrico.

-Pero ¿a quién le importa eso cuando están anunciando un cambio climático?

-Pues, chico, no sé. Como no hagamos algo sobre la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012.

-Ése es un tema. Dicen que será preciso invertir 300.000 millones.

-Trescientos mil y un polvo -añadió el otro echándose a reír-.

Los chicos se fueron dejando un desorden de periódicos sobre la mesa. Cogí una hoja al azar y leí que la gripe de este año será suave. Las hormigas imaginarias, después de cubrir el encéfalo como un bocata de mortadela, empezaron a salir de una en una por los párpados cayendo sobre el café con leche como lágrimas negras. Me pregunté si los viudos lloran lágrimas negras, y eso fue todo.