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CRISIS EN TURQUÍA

El FMI se apresura a respaldar a Turquía para evitar el contagio de la crisis financiera

Fernando Gualdoni

Es difícil de creer que el portazo que el primer ministro turco, Bulent Ecevit, dio el pasado lunes al abandonar el Consejo de Seguridad Nacional haya significado para Turquía su segunda crisis económica en menos de tres meses, la pérdida de un tercio de las reservas del banco central en la defensa en vano de una divisa que se iba por el sumidero, el desplome bursátil y la retirada de la confianza de los inversores a un país que necesita tanto del dinero extranjero.

Pero sucedió, y ayer fue sólo el no va más de 14 meses de problemas financieros y tres días de lucha contra el pesimismo del mercado, de los que la última jornada fue la locura. Más de 3.000 millones de dólares llegó a gastar el banco central sólo el miércoles en el último manotazo de ahogado para salvar la lira. Entre la medianoche del miércoles y ayer, y tras 12 horas de reunión, el Gobierno turco cedió a la presión del mercado y dejó flotar libremente la moneda. Ésta llegó a desplomarse inmediatamente un 36%, pasando de 694.000 por dólar a 1,1 millones por dólar. La Bolsa de Estambul llegó a retroceder un 18%, aunque al final de la sesión se dio la vuelta y avanzó un 9,87%.

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Apoyo tranquilizador

El repunte bursátil se produjo poco después de que el presidente del FMI, el alemán Horst Köhler, respaldara la decisión del Gobierno turco y comunicara que las nuevas negociaciones con el país para revisar el marco macroeconómico comenzarán lo antes posible. El 6 de diciembre pasado, el FMI otorgó a Turquía un crédito de 11.500 millones de dólares a cambio de que el país acelerara la apertura de su economía y, sobre todo, privatizase el sector de telecomunicaciones y la banca. El Fondo también le exigía a Turquía el control del gasto y la reducción de la inflación. La meta era que el IPC estuviese por debajo del 10% para 2002. El año pasado, la inflación de Turquía se situó en el 55%.La devaluación de la lira turca ya supone un nuevo traspié para el empeño del FMI en imponer tipos de cambio fijos para combatir la inflación. Si la crisis turca se exporta a otros mercados emergentes, entonces supondrá un nuevo fracaso para el organismo tras la devaluación del real brasileño en marzo de 1999 y el primer fallo para Köhler, que justamente reemplazó a Michel Camdessus, cuya gestión fue muy criticada por su incapacidad para ver venir una crisis a tiempo y por aplicar la misma receta a todos los males sin tener en cuenta la situación de cada país. Indonesia, Malaisia -cuyo primer ministro Mahattir Mohamad se rebeló contra el Fondo- y Rusia son algunos de los sonados fracasos del FMI.

Según fuentes del banco, la reacción de Köhler de ayer fue rápida para evitar que el nerviosismo se expandiese a otros mercados emergentes, como Europa del Este o América Latina, y sobre todo a este último, donde el FMI encabezó un grupo de acreedores -entre ellos España- que recientemente apostaron 39.700 millones de dólares en Argentina para evitar el caos económico regional.

El FMI quiere encerrar la crisis en Turquía, que se quede allí y que se solucione allí. Dentro del país, la devaluación de la moneda 'acarreará la quiebra de varios bancos locales endeudados en moneda extranjera', según Pablo Losovich, analista de AFI, y otros expertos consultados. Se prevé que de los 75 bancos del país, unos 10 desaparecerán o serán absorbidos. El tamaño de los bancos turcos no es grande; el conjunto de los activos de las 75 entidades equivalen a un tercio de los del BSCH. En los últimos dos años, 11 bancos turcos echaron el cierre.

De momento, el banco central ha frenado la fuga de capitales de las entidades financieras incrementando los tipos de interés a un día al 6.200%. Esta medida se suele utilizar para neutralizar la depreciación de la moneda.

Igman Hegamas, asesor del banco central turco, defendió ayer la medida del organismo explicando que 'no sólo acelerará el proceso de saneamiento del sector', sino que 'impulsará las exportaciones, incrementará los beneficios del turismo y rebajará el coste de la deuda denominada en moneda local, incluyendo las obligaciones, valoradas en unos 4.000 millones de dólares, que vencen el mes próximo'. El problema es que la mayor parte de los 110.000 millones de dólares de la deuda de Turquía está denominada en moneda extranjera, por lo que la depreciación de la lira encarecerá los pagos. El 70% es deuda comercial, la mayoría en manos del sector privado europeo, especialmente de Alemania.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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