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Tribuna:ARTE Y PARTE
Tribuna
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Ràfols-Casamada

Hace poco se ha publicado la obra poética completa de Albert Ràfols-Casamada, que comprende 848 poemas escritos entre 1939 y 1999 -de los cuales casi la mitad son inéditos o de difusión muy restringida- con una profunda, clarividente introducción crítica de Ramon Balasch. Es un libro que confirma a Ràfols como uno de los grandes poetas catalanes, un valor cultural que se añade al reconocimiento más anticipado y quizás más divulgado como pintor y pedagogo. Anticipado porque en 1947 hace su primera exposición y no publica su primer libro de poemas hasta 1976.

Es evidente que la obra plástica y la obra poética de Ràfols se pueden analizar con independencia porque cada una se presenta con la suficiente intensidad como para no tener que aureolarse con la compañía valorativa de la otra. Pero eso no quita el interés de una consideración global de las dos áreas creativas, no sólo para entender su misma base espiritual, sino para conocer mejor un periodo en el que los artistas catalanes han hecho del propio arte una base de reflexión hacia temas más generales -y hacia compromisos más radicales- en el campo de la cultura y en el de las diversas inserciones sociales y políticas. Los mismos artistas son los que -aplicándose simultáneamente a diversas actividades artísticas (arquitectos poetas e historiadores, pintores escritores y críticos de arte, etcétera)- han abierto las mejores discusiones críticas y, a menudo también, los mejores apuntes históricos. Esa amplitud de referencias, esa globalización temática puede ser simplemente una inteligente adecuación a los modelos centroeuropeos, sobre todo franceses. Pero si bien los modelos franceses provenían directamente de una sobrecarga cultural e institucional, en Cataluña era importante también la influencia de una cierta globalización espiritual y política que va de la Renaixença a la Vanguardia, pasando por el Modernisme y el Noucentisme, una globalización que se manifiesta en las estructuras esenciales de las diversas artes practicadas por un mismo artista. Me parece difícil separar la pintura de Rusiñol de su obsesión coleccionista, la arquitectura de Puig i Cadafalch de sus investigaciones históricas o la obra de Torres García de su vocación pedagógica y crítica, no sólo en sus bases ideológicas, sino, incluso, en sus consecuencias estilísticas. Y más difícil todavía sería separar este entre tots ho farem tot de un general compromiso en la refundación cultural del país. Ràfols, como mucha gente de su generación, ha seguido el mismo camino -pintura, poesía y pedagogía- en una época muy vapuleada en la que cualquier resistencia cultural era también una resistencia política.

El Macba anuncia una gran exposición de Ràfols-Casamada que, con todas sus poesías ya bien publicadas, permitirá una reconsideración de su obra global

Antoni Marí en el Àlbum Ràfols-Casamada publicado en 1994 sugiere que los recursos formales más constantes en la poesía de Ràfols son 'prescindir de los signos de puntuación, hacer uso de las posibilidades expresivas de los espacios blancos, de las elipsis de la condensación lingüística y de la yuxtaposición', recursos formales que, interpretados en su esencial plasticidad, pueden detectarse también en su pintura. En el mismo libro Eudald Tomasa estudia globalmente la compenetración entre pintura y poesía en Ràfols y subraya, entre los trazos estilísticos, la actitud 'meditadamente sensual' y la voluntad de un orden compositivo -el que los noucentistes habrían llamado mediterráneo- recompuesto dentro de la tradición vanguardista poética y pictórica. ¿Mirar a Rodko sin perder de vista a Sunyer? ¿Aprender de Mallarmé? Se trata, como dice el propio Tomasa, de 'una poesía pictórica en el sentido de que es una poesía básicamente visual y que se compone como una amalgama de sensaciones, más o menos fragmentarias o fragmentadas, que tiene por objetivo crear un estado anímico concreto'. Y todavía podríamos añadir el análisis de los temas, desde la forma de los ámbitos pictóricos hasta la visión poética de los colores. La última serie de poemas del libro -Policromia o la galeria dels miralls- que expresan su especial sensibilidad frente a doce colores, referidos finalmente a la obra de doce pintores, son unos textos de altísima calidad que concretan, incluso temáticamente, aquella compenetración pintura poesía.

El Macba anuncia para los próximos meses una gran exposición de Ràfols-Casamada que, con todas sus poesías ya bien publicadas, permitirá una reconsideración de su obra global, sin duda uno de los fenómenos artísticos más interesantes de la Cataluña actual. Interesante, además, porque representa, en cierto modo, una generación a la que hay que agradecer la supervivencia cultural del país en momentos muy difíciles. Es la generación de Tàpies, Hernández-Pijuan, Guinovart, Coderch, Montsalvatge, Brossa, etcétera, con algunos artistas que han logrado un establecimiento internacional y otros que han tenido un apoyo demasiado precario para situarse en el lugar que les corresponde. Limitándonos a las artes plásticas el trío Rafols-Casamada, Hernández-Pijuan y Guinovart merece homenajes más decisivos que los que de vez en cuando les dedicamos en una relativa intimidad. La anunciada exposición en el Macba podría ser el inicio de una nueva promoción crítica, afirmativa y expansiva de esa generación.

Oriol Bohigas es arquitecto.

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