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Del terrorismo irlandés al islámico

Disidentes musulmanes con sede en el Reino Unido describieron ayer la nueva ley antiterrorista como 'una amenaza al islam'. El periodo de gracia de conocidos oponentes de regímenes dictatoriales de África y Oriente Próximo en la cuna de la democracia moderna parece llegar a su fin. La fiscalía británica gana con el texto legislativo poderes para llevar ante los tribunales a los sospechosos de reclutar nuevos combatientes, de entrenarlos en la lucha armada, de recaudar fondos destinados al extranjero, de asociación con grupos declarados ilegales por el Gobierno de Londres y de planificar campañas de violencia fuera de las fronteras del Reino Unido.

La legislación introducida en 1973 en respuesta a la sucesión de mortíferas bombas del IRA en bares ingleses adquiere desde ayer carácter permanente y cobertura mundial. Desde el terrorismo republicano, la maquinaria estatal apunta ya a combatir la amenaza internacional no sólo de integristas fundamentalistas, sino de disidentes que luchan por la extensión de la democracia y los derechos humanos a países del Tercer Mundo.

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A diferencia del texto derogado, la nueva legislación tiene carácter permanente y el Parlamento no deberá, por tanto, aprobarla año tras año como ocurre desde los setenta. Pero, como advirtió ayer la prensa británica, el Reino Unido puede pasar de dar refugio a disidentes a convertirse en objetivo explícito de grupos extremistas. The Daily Telegraph publicó en su edición de ayer alusiones, no confirmadas oficialmente, sobre un ataque frustrado contra el metro de Londres con un gas semejante al utilizado en Tokio años atrás.

Liberty, organización en derechos civiles, critica la 'transformación' del sistema penal británico que, desde ayer, acepta como terroristas a presuntos defensores de la democracia en el extranjero. 'Crea dos velocidades en el sistema de justicia criminal al ofrecer menos derechos a los acusados de delitos con fines políticos, religiosos o ideológicos', protestó su portavoz, Joe Wadham.

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