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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Armonizar a las partes

El estilo de oposición de Rodríguez Zapatero parece estar desconcertando al PP. Cuanto más conciliador se presenta, más irritadas son las respuestas del partido del Gobierno; y cuantas más propuestas presenta, más le gritan que dónde están sus alternativas. Últimamente, tras la debilidad mostrada por el Gobierno ante la acumulación coyuntural de problemas, la respuesta ha sido reprochar a los socialistas estar divididos sobre los problemas fundamentales.

El motivo más reciente ha sido el rechazo del PSOE al Plan Hidrológico Nacional mientras lo apoyaban los Gobiernos socialistas de Extremadura y Castilla-La Mancha, a cambio de contrapartidas para esas comunidades. Ya en la campaña electoral de 2000, el PP acusó a los socialistas de actuar más como una federación de partidos que como uno nacional. Un debate similar se planteó a la inversa en los años ochenta, cuando el PP se apuntaba a cualquier iniciativa regional que pudiera desestabilizar al Gobierno socialista. Éstos argumentaban entonces que el suyo era el único partido que garantizaba la vertebración de España.

La experiencia de países federales como Alemania suele citarse en favor de la necesidad de grandes formaciones nacionales que garanticen la cohesión del conjunto. Pero también hay evidencias de lo artificiosa que resulta a veces la uniformidad impuesta por los partidos. Por ejemplo, en relación con la financiación autonómica: todas las comunidades que preside el partido de la oposición se pronuncian contra las propuestas del Gobierno, y viceversa. Sin la existencia de partidos que sinteticen intereses territoriales parcialmente contradictorios no podrían existir polígonos de tiro o depósitos de residuos nucleares. Pero esa síntesis no puede ser el simple resultado de la decisión del líder o de su ejecutiva.

Es lógico que los Gobiernos regionales intenten obtener ventajas en su relación con el poder central. Pero es positivo que los partidos cuenten con organismos para armonizar los intereses de cada comunidad con los del conjunto. Esa función parece tener entre los socialistas el Consejo Territorial, que agrupa a los secretarios de las federaciones regionales y a los presidentes de las comunidades que gobiernan. Acaba de reunirse por primera vez en meses. Pero lo razonable hubiera sido convocarlo antes y no después de que se produjeran las discrepancias respecto al Plan Hidrológico.

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