<l>Madrid existe...</l>
Hay en España ciudades más monumentales, más bonitas, más limpias, menos agobiantes que Madrid, pero que, al igual que el dinero, no dan la felicidad. Éste es el gran patrimonio de Madrid, su vivir y dejar vivir, su generosidad, su absoluta carencia de pretensiones. Una frase definitiva la de un escritor chileno que, después de catalogar a la ciudad de 'fea y africana', terminaba con un '¿Dónde más se puede vivir?'
He tenido largas estancias en diversas ciudades españolas que en un principio te atrapan por su personalidad, sus costumbres, su placidez o su belleza, pero en las que, al cabo de un tiempo, te sientes ahogada, necesitas salir al mundo. Con Madrid no ocurre, porque Madrid es el mundo.
Barcelona aspira a la perfección y se mira el ombligo; Sevilla se echa piropos a todas horas y se cree la reina del universo; otras hacen obras grandiosas para autoafirmarse. Madrid no se reconoce a sí misma, salvo cuando se fustiga. Madrid no aspira a nada, simplemente vive. Y cuando le dan algo, la indiferencia. ¡Qué gran ciudad si tuviera grandes gobernantes!
Madrid existe. Porque en los últimos años todo son flores y laureles para cualquier población cuyo nombre salga a relucir; a Madrid se la ignora o se la destruye. Y es que los celos son un demonio con siete cabezas.
Madrid también tiene zonas y cosas muy bellas que sólo hace falta cuidar y resaltar. Señores alcaldes, olviden por unos años los túneles y los coches y embellezcan esta ciudad. Contraten estetas, artistas, escuadrones de mantenimiento, y dejen de lado a los políticos y concejales prosaicos. Ciudadanos de Madrid, ¿saben que son madrileños? La Casa de la Villa no es La Moncloa, elijan al más guapo, al más atractivo, al que más se engalane, al más fino y sofisticado, porque seguro que también sabe transmitirlo a su ciudad. Y, sobre todo, a quien más la ame. Así sea y que Madrid no se lo crea.
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