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La inflación se redujo al 3,7% en enero gracias a las gasolinas y al euro

La inflación ha tenido un buen comienzo de año. El Índice de Precios al Consumo (IPC) no varió en enero respecto a diciembre, cuando el pasado ejercicio había subido tres décimas en ese mismo mes. La tasa de los últimos doce meses se ha reducido así del 4% al 3,7%. Es la primera vez en los últimos dos años y medio en que la inflación se corrige de forma importante y las causas son el abaratamiento del petróleo y la fortaleza del euro. El aspecto negativo que ensombrece el panorama es que la inflación estructural o subyacente ha aumentado medio punto, hasta el 3,1%, debido al alza en algunos servicios como el transporte, hoteles y restaurantes.

La inflación ha supuesto en enero un alivio después de un año como el pasado en que fue de mal en peor. La tasa de los últimos meses se ha situado en el 3,7%, un nivel alto si se compara con el 2% de objetivo para final de año, pero inferior al 4% con que cerró el 2000. Es un buen comienzo para un ejercicio en el que el consenso de los expertos sitúa en torno al 2,5% el IPC de diciembre, siempre que el petróleo esté a 25 dólares por barril, que el euro no se deprecie y el consumo se desacelere.

Es lo que ha empezado a ocurrir en enero. Los precios de las gasolinas y gasóleos han bajado un 4,5% respecto de diciembre, mes en el que el barril de petróleo cayó a 25 dólares y así se mantuvo durante enero. El Gobierno decidió, además, reducir en ese mes la tarifa eléctrica (4% de media). Los bienes industriales no energéticos se han mantenido estables gracias a la mejor situación de la moneda europea, y su tasa de los últimos doce meses ha bajado al 2,4%.

En sentido inverso han influido algunas subidas derivadas de decisiones oficiales. Por ejemplo, el aumento del 15,3% en el precio de la bombona de butano o la subida del 3,4% como media en el caso de los transportes públicos urbanos. Como ya ocurrió en diciembre, la crisis de la enfermedad de las vacas locas apenas ha afectado al precio de este alimento (caída del 0,2% en relación a diciembre), mientras otras carnes como el cerdo (subida del 4%) o el pollo (6,5%) se han puesto por las nubes. Lo mismo ocurre con el pescado (1,1% de subida) y la leche (3,1%). Ha bajado, por el contrario, el cordero (5,6%) debido a que en diciembre siempre se dispara por la Navidad.

El resultado de todas estas variaciones es que la denominada inflación subyacente o estructural (la que descuenta del IPC general los alimentos frescos y la energía) ha aumentado medio punto en enero respecto de diciembre, la subida más fuerte para ese mes desde el año 1996. En los últimos doce meses, el incremento es del 3,1%, el nivel más elevado desde noviembre de aquel año.

El núcleo del problema se sitúa en el sector servicios, con una subida del 0,7% en enero respecto de diciembre y una variación del 4,5% en los últimos doce meses, la tasa más alta desde diciembre de 1995. Además de la revisión al alza del transporte en las ciudades (un 7% en el caso de Madrid), ha influido de forma negativa el sector de hoteles, cafés y restaurantes (un 1% de subida en enero), y los seguros médicos (un 1,3%).

Enero de este año presenta, por otra parte, la novedad de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha puesto en marcha la primera fase del nuevo IPC que supone un cambio en el número de grupos de productos (de ocho a doce) y de su peso en el índice (ver artículo adjunto). Han perdido influencia los alimentos tanto frescos como elaborados y lo ha ganado la energía y el sector servicios. Los expertos coinciden en que el IPC de enero con la anterior metodología habría resultado algo peor, aunque sin llegar a una décima.

Ayer se conoció también el IPC del Reino Unido, donde cayó un 0,6% en enero respecto de diciembre, lo que situó la tasa anual en el 2,7%.

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