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El líder ruso respalda al presidente ucranio pese al descontento popular

Quién le iba a decir a Leonid Kuchma, que jugó la carta nacionalista para ganar hace 15 meses su segundo mandato como presidente de Ucrania, que recibiría al líder del Kremlin, Vladímir Putin, como a un balón de oxígeno para aliviar una situación cada día más crítica. Los dos jefes de Estado forjaron ayer en Dnepropetrovsk -en la que fue la mayor fábrica de misiles de la URSS- acuerdos de cooperación económica, tecnológica y espacial.

Será difícil que el presidente ruso tenga una ocasión mejor para hacer volver al redil al 'hermano eslavo', que en los últimos años ha reafirmado su independencia marcando distancias con Moscú y buscando el acercamiento a la Unión Europea y la OTAN. Sin embargo, se mueve con prudencia, sin comprometerse demasiado abiertamente con un dirigente que, si las cosas le vienen mal dadas, podría tener que abandonar pronto el poder por la puerta falsa. 'Con independencia de la compleja situación política', declaró Putin antes incluso de pisar suelo ucranio, 'trabajaremos con el presidente elegido por el pueblo'. De momento, éste es Kuchma. Mañana, quién sabe.

Los dos líderes tienen ahora un interés especial en reforzar los lazos bilaterales. Putin, porque su proyecto político pasa por restaurar la influencia rusa sobre el antiguo espacio soviético y porque Ucrania, Estado tampón entre Rusia y Occidente, podría jugar un papel vital en la respuesta del Kremlin al plan norteamericano de instalar un escudo antimisiles. Kuchma, porque lo que más necesita es un amigo -aunque sea ruso- y porque su país, sumido en una tremenda crisis económica, depende de su gigantesco vecino para conseguir petróleo, gas y, en definitiva, energía. Ayer, por cierto, se firmó un acuerdo de gran trascendencia: la conexión de las redes eléctricas de los dos países.

Kuchma y Putin alcanzaron también compromisos sobre la destrucción de misiles ucranios (ya sin carga nuclear) heredados de la URSS y sobre proyectos espaciales y aeronáuticos, incluyendo la fabricación de cohetes portadores de satélites. Tecnología en principio civil pero que también podría calificarse como de doble uso, civil y militar. Eso dependerá de cómo evolucionen las cosas entre las dos superpotencias nucleares y entre Rusia y Ucrania. Putin destacó ayer -y Kuchma le hizo eco- que en el último año, la cooperación bilateral ha sido más fructífera que en los 10 anteriores.

La cumbre ha tenido como preámbulo protestas masivas en las calles de Kiev con consignas de '¡Kuchma, fuera!', '¡Ucrania es un Estado policial!' y '¡Ucrania sin Kuchma!'. Desde el Parlamento, la oposición y la calle se exige la dimisión del presidente, al que se culpa de la desaparición y asesinato en septiembre de un periodista opositor, Gueorgui Gongadze, cuyo cuerpo (según las pruebas de ADN) se halló luego decapitado.

Cintas al parecer grabadas con un magnetófono escondido en un sofá recogen supuestas conversaciones del presidente con algunos de sus más próximos colaboradores en los que habla de deshacerse del incómodo informador. El presidente ucranio lo niega todo, dice que es víctima de una conjura y se niega a dimitir. El dirigente socialista Ale-xandr Moroz le ha señalado que, si lo hace, el Parlamento podría concederle inmunidad. Hasta ahora la única medida para aplacar las protestas ha sido la destitución, el pasado sábado, del jefe de los servicios secretos.

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