'Que me presenten a la objetividad'
Con la edición inaugurada ayer, la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS cumple tres lustros de vida y coincide, además, con el 25º aniversario del rotativo. Casi 600 alumnos han pasado ya por sus aulas y, según destacó ayer su director, Joaquín Estefanía, lo que diferencia esta escuela de otras es que está alojada en un medio de comunicación.
En el acto de bienvenida a los 40 nuevos alumnos, se entregaron también los diplomas a otros tantos integrantes de la XIV promoción.
Estefanía se refirió a los estudiantes matriculados este curso como la generación frontera entre el final de una forma tradicional de hacer periodismo y otra vinculada a las nuevas tecnologías y a los soportes digitales. 'Son una especie de conejillos de Indias para saber qué es el periodismo del futuro', dijo. Al mismo tiempo, agradeció a la Universidad Autónoma de Madrid y al Grupo PRISA las facilidades dadas desde ambas entidades para trabajar con 'autonomía, libertad y medios'.
Como novedad, este año la Escuela contará con una página web. Estefanía anunció la próxima publicación de un manual con las materias que se imparten durante el año lectivo.
Espíritu crítico
Estefanía se refirió a la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS como un centro donde los alumnos 'aprenden a dudar y tener un espíritu crítico'. Ésa fue, precisamente, una de las líneas argumentales del posterior discurso de Saramago. El Nobel de Literatura trazó un panorama pesimista al recordar que no puede haber democracia en un mundo en el que 3.000 millones de personas viven con menos de dos dólares al día. Y se preguntó qué espacio tiene, por ejemplo, África en los medios. 'Ninguno', fue su respuesta.
En su catálogo de prioridades, aseguró que por encima de cualesquiera otras están las necesidades humanas. 'Mientras alguien se esté muriendo al lado de alguien, lo más importante es ponerle un plato. Después ya iremos a Marte, a Júpiter o a Venus'. Tras poner en duda la existencia de la objetividad -'si existe, quiero que me la presenten ahora mismo', bromeó-, depositó sus esperanzas en el periodismo de reflexión. Animó a los informadores a provocar todos los días la alarma social y a dudar de todo porque, en su opinión, 'nada es lo que parece'.
Frente a la avalancha de cambios tecnológicos y a los nuevos soportes del periodismo (con Internet a la cabeza), Saramago subrayó que lo que no ha cambiado desde el punto de vista cultural es el soporte fundamental: la mente humana. 'La mente es capaz de dudar de lo que se está diciendo y de lo que se está proponiendo como una verdad absoluta', dijo. Y recalcó que toda verdad instalada, por el mero hecho de estarlo, es sospechosa.
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