_
_
_
_
RAÍCES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Adiós a Lapesa

Ha muerto Rafael Lapesa. No sé a cuántos de los lectores de este periódico su nombre les dirá algo. Imagino que a muchos. Desde luego, a los que estudiaron alguna carrera humanística o filológica les vendrá el recuerdo de un manual, Historia de la lengua española (el Lapesa, según la eterna jerga estudiantil), en el que de forma nítida y clara, exhaustiva y abarcadora, se entraba en todos los avatares que le han sucedido a nuestra lengua, desde sus más remotos antecesores hasta la vitalidad actual que la adorna, desde los tortuosos caminos que recorrieron sus sonidos, sus construcciones gramaticales, sus palabras... hasta el entorno de guerras, conquistas y poblamientos, de glorias y de miserias, que acabaron determinando su situación actual.

Pero para algunos de nosotros Lapesa era mucho más que el autor de un manual imprescindible en nuestra carrera. Era (¡cómo me cuesta emplear este maldito pretérito, imperfecto porque evoca la muerte!) nuestro maestro. Digo 'maestro' en su sentido más pleno, en ese sentido que la burocracia docente prefirió olvidar en favor de complejas denominaciones, pero que gracias a ello, descargado de lastres funcionariales, pudo recobrar su dimensión más humana. Maestro de saberes, pero también, y sobre todo, de vida, de actitud. Y todo ello con su simple presencia, con la actitud verdaderamente humilde de quien no quiere molestar pareciendo que sabe más o se comporta mejor que quienes, alumnos, nos convertíamos en sus discípulos.

Era la vieja sabiduría esencial, hoy casi perdida, de quienes bebieron en las aguas que manaban de la Institución Libre de Enseñanza, y constituyeron esa intelectualidad, dinámica, viva, abierta, y honrada, que los vientos de la guerra civil dispersaron por el mundo, aunque algunos, para suerte de quienes nacimos después, pudieron quedarse. Eso sí, el incivil régimen que siguió a la guerra no se privó de sus aguijonazos: Lapesa fue depurado, acusado entre otras cosas de 'ética laica'. Aquellos obtusos inquisidores no podían entender que, siendo como era hombre de sinceras convicciones religiosas, su insobornable moral se fundara en una dimensión humana que a ellos, pregoneros de boquilla, no podía por menos que golpearles en las conciencias.

No voy a reseñar aquí, no es el lugar, el legado filológico de Lapesa. Pero sí quiero recordar que mucho de lo que hoy es verdad adquirida sobre la historia lingüística de Andalucía salió de su pluma. Los orígenes del seseo y el ceceo, la huella andaluza en América..., esos y otros muchos aspectos de la contribución andaluza a la historia de nuestro idioma fueron vistos por él de una forma que ha quedado como canónica; y ha quedado así porque responde a la verdad de los hechos y porque constituye la hipótesis más razonable, histórica y lingüística de cómo se constituyeron las formas andaluzas de hablar. Gracias a él, el pasado de Andalucía se conoce mejor: no lo olvidemos.

Hoy, palabras como bondad, sabiduría, honestidad, están un poco más vacías.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_