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Los presidentes de Endesa e Iberdrola, Rodolfo Martín Villa e Íñigo de Oriol, respectivamente, presentaron en la tarde de ayer a sus respectivos consejos de administración la renuncia a la fusión de las eléctricas. La propuesta fue aceptada por unanimidad. Según las dos empresas, las exigencias establecidas por el Ejecutivo para proteger la competencia 'incrementan hasta extremos inaceptables las incertidumbres del proceso'. Asimismo, sostienen que las condiciones, 'aunque sean habituales en el llamado derecho de la competencia, dificultan sacar el máximo valor a los activos de las compañías e introducen dificultades en la gestión del plan de expansión de la empresa resultante'. Las dos eléctricas seguirán ahora, según dijeron, caminos separados.

La ruptura de la concentración, cuyo proyecto se había anunciado el pasado 17 de octubre tras varios meses de negociaciones, recibió el respaldo prácticamente generalizado de agentes sociales y partidos políticos. El Gobierno vasco aplaudió la decisión y el catalán aprovechó para exigir más competencia en Cataluña. El PSOE enfatizó: 'El Gobierno ha dado un patinazo y ha hecho el ridículo'.

El abandono de la fusión, que el Gobierno iba a usar como palanca para reestructurar el sector y aumentar la competencia, abre ahora un periodo de incertidumbre. Fracasados los intentos nacionales (el de Unión Fenosa e Hidrocantábrico y el de Endesa e Iberdrola), las empresas europeas pueden tomar el relevo e intentar hacerse con las eléctricas españolas. También abre oportunidades a Repsol, que ya intentó la compra de Iberdrola el año pasado, aunque negó ayer que fuera a poner en marcha de nuevo la operación.