La reapertura del 'frente carcelario' de ETA dispara las solicitudes de traslados

El fracasado intento de fuga del miembro del comando Andalucía de ETA Igor Solana y su denuncia en los medios de comunicación radicales de haber sufrido una paliza a manos de funcionarios de la prisión de Nanclares de Oca tras ser devuelto a su celda han encendido de nuevo las luces rojas en el colectivo de trabajadores de las prisiones del País Vasco. Algunos de ellos recuerdan ahora que el asesinato de su compañero Máximo Casado, en octubre del año pasado, fue precedido de un goteo de denuncias en esos medios sobre supuestos excesos de los funcionarios. Los funcionarios se han recluido de nuevo en las viviendas de las prisiones. Como consecuencia de la reapertura del frente carcelario por parte de ETA se han incrementado las solicitudes de traslados de los funcionarios radicados en Euskadi. José es el nombre tras el que se oculta un funcionario de la cárcel de Nanclares de Oca a quien el asesinato de Casado resultó 'decisivo' a la hora de decidir, junto con su mujer, pedir el traslado. José, vitoriano de 35 años, recorrerá ahora el camino inverso al realizado desde su acceso a la profesión: una sucesión de destinos siempre con el objetivo de ir a su ciudad natal. En 1994, consiguió el destino en la prisión alavesa. Siete años después, aspira a marcharse ante el calvario que se avecina para estos funcionarios.