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El Supremo permite que el Ayuntamiento obligue a Renfe a insonorizar Atocha

Los vecinos de Méndez Álvaro llevan más de seis años quejándose del ruido de los trenes

El problema de los ruidos en Atocha es antiguo. En octubre de 1994, la entonces concejal de Medio Ambiente y hoy presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, atendió una queja contra el ruido de los vecinos de Méndez Álvaro y decidió imponer una multa de 100.000 pesetas a Renfe por superar 'en más de seis decibelios' los topes nocturnos de ruido establecidos en la Ordenanza General de Protección del Medio Ambiente. Paralelamente, Aguirre dio un plazo de 'dos meses' a la compañía para que adoptase toda una batería de medidas antirruido; entre ellas, la colocación de mamparas acústicas, ya que los vecinos de la adyacente calle de Méndez Álvaro se quejaban de que no podían dormir debido al trajín y los pitidos nocturnos de los trenes.

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Renfe desoyó la petición municipal, según las diligencias judiciales, y presentó un recurso ante la Sección Segunda del Tribunal Superior de Madrid. Este tribunal, en una sentencia en la que actuó como ponente el magistrado Juan Francisco López de Hontanar, anuló la sanción de 100.000 pesetas, si bien respaldó la decisión municipal de obligar a Renfe a adoptar medidas antirruido en el plazo de dos meses. Tras la sentencia, la compañía anunció un recurso de casación ante el Supremo, si bien luego no lo formalizó de forma oficial.

El alto tribunal, en un auto dictado en noviembre, dispone: 'Habiéndose agotado el plazo legalmente establecido para interponer el recurso sin que la parte recurrente [Renfe] haya presentado dentro del mismo el escrito de interposición [del recurso], debe declararse desierto el mismo por imperativo del artículo 92.2 de la Ley de la Jurisdicción de lo Contencioso-administrativo'. Esto significa que la sentencia del Tribunal Superior es firme y que su contenido debe ejecutarse ya. Si la compañía Renfe incumple esta orden, el Ayuntamiento podría acometer las obras por su cuenta y luego reclamar a la compañía, en la vía judicial, que se las abone.

La ordenanza en la que se basó la ex concejal Aguirre para exigir medidas correctoras antirruido en Atocha prohíbe emisiones de ruido superiores a los 55 decibelios durante el día y 45 durante la noche. Los informes técnicos aportados al tribunal por el Consistorio revelan que en Atocha esos niveles se superan tanto de noche como de día (al menos en la fecha en que se efectuaron las mediciones, hace seis años).

Los pitidos del llamado Tren de la Fresa, según consta en el informe que los técnicos municipales elevaron al Tribunal Superior, son de los más molestos en la escala de ruidos de Atocha. Este tren, con vagones antiguos, recorre periódicamente el trayecto que une Madrid y Aranjuez. El Ayuntamiento impuso a Renfe la adopción de las siguientes medidas: debía modificar su sistema de megafonía y sustituirlo por otro, pues la 'reverberación del sistema' hace 'incomprensibles los mensajes'. Además, la parte del recinto adyacente a la calle de Méndez Álvaro, en la que habitan varios miles de vecinos, deberá cerrarse, con 'materiales opacos o transparentes, hasta el techo del recinto', para impedir que el ruido llegue hasta las casas de los vecinos. También deben 'suprimirse los pitidos' que efectúan los trenes al entrar y salir de la estación, y evitar la permanencia en el recinto 'de trenes con el motor arrancado'. 'El precio de estas medidas', según se dice en la sentencia del Tribunal Superior, 'podría ser elevado, pero, sin duda, menor que el valor de la tranquilidad pública, el sosiego y la ganancia en calidad de vida de los vecinos colindantes'.

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