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Columna
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Ultimátum

El terror se abatió sobre los políticos del sistema, cuando los inmigrantes se parapetaron en los templos de la ciudad, mientras las tierras de cultivo se convertían en el pudridero de las cosechas. Aquellas gentes hambrientas y acosadas se inmolaban en la hoguera de sus perversas leyes, antes de que los facturaran al origen de la miseria. El gobierno de la nación recurrió entonces a su naturaleza autoritaria, y enarboló el desprecio que le producía aquella multitud mestiza. Ya sin máscara, vertió sobre los indocumentados toda su herencia de atrocidades, y los mataselló de chantajistas, tan sólo por defender el derecho a la cazuela. Como última medida, el gobierno de la nación trató de enrolar a todos los ciudadanos en una nueva y sórdida cruzada, contra la chusma. Y llegó a tal degradación que pretendió impregnar a la sociedad de su propio tufo represivo. En pleno delirio, incitó a las amas de casa a la delación y aun al ejercicio policial, bajo la amenaza de elevadas sanciones económicas. Aquella mujer que tuviera en el servicio doméstico a extranjeras sin los papeles en regla, debería denunciarlas o sufrir todo el rigor de las arbitrarias penas.

Pero la intromisión en la intimidad de los hogares fue contestada de forma contundente: ni por asomo vamos a haceros ese trabajo mezquino, y aún menos queremos ser cómplices de frustraciones e inclemencias. En mi casa y en mis duros mando yo. Sólo falta que nos uniformen y nos coloquen de guardias, mediante coacciones y atropellos. No son más que una panda de inútiles que ni se aclaran, ni tienen capacidad alguna para solventar problemas, si no es intimidando a quienes les pagamos, para que encima perpetren desatinos y barbaridades. La señora del notario tenía una cocinera serbia y una doncella polaca que le daban conciertos de piano y violín, los domingos por la tarde, y una fregona ecuatoriana que escribía hermosas historias de amor y se las leía cada noche. ¿Debía despedirlas por no tener no sabía ni le importaba qué documentos? Sólo entonces comprendió cómo de fácil se globaliza el mercado y cómo de atroz se persigue la pobreza.

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