Una historiadora francesa investiga el fenómeno urbano en Al-Ándalus
'Un edificio no tiene sentido en sí mismo, no hay que pensar que es sólo un montón de piedras, sino en los hombres que lo construyeron y utilizaron'. Partiendo de esta idea, Christine Mazzoli-Guintard, profesora de Historia y Arqueología Medieval de la Universidad de Nantes (Francia), realizó su tesis doctoral, un amplio trabajo sobre la urbanización en Al-Ándalus que ahora se publica en España con el título Ciudades de al-Andalus. España y Portugal en la época musulmana (editorial Almed).
La autora ha querido poner en relación el urbanismo de la península Ibérica con las estructuras sociales a partir del estudio de las fuentes islámicas, tanto textuales como arqueológicas. 'Se puede vislumbrar la naturaleza del poder a través del emplazamiento de los monumentos', dice Mazzoli-Guintard, que distingue tres etapas fundamentales en el funcionamiento urbano de Al-Ándalus.
La primera, desde la conquista de 711 hasta el año 936, correspondería al despertar de la vida en la ciudad. 'Es cuando empieza a edificarse el poder, en las alcazabas', explica la autora. Se levantan nuevas urbes a partir de poblamientos anteriores y nacen ciudades fronterizas frente a los cristianos que responden en ambos casos a las necesidades de un poder militar', indica.
El año 936 marca una segunda fase con la fundación de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra, en Córdoba, 'dedicada sólo al placer del soberano. Se afirma la ciudad, la red urbana se consolida y aparecen suburbios. Es el apogeo de la urbe', añade. En los reinos de taifa se multiplican las residencias del poder. 'Todos los reinos de taifa tienen su palacio'.
Con la llegada de los almorávides y hasta los nazaríes, la mayor parte de los recursos urbanos se destinan a fortificar las ciudades. 'Al-Ándalus está en retroceso territorial frente a los cristianos y lo prioritario es defender la ciudad, no construir palacios'.
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