'Los ciudadanos tenemos mucho que decir sobre Madrid'
Ángel Manuel García es un hombre cultivado, maduro y campechano. A sus 57 años, disfruta caminando por las calles de la ciudad que lo viera nacer y a la que ha dedicado, según confiesa, los mejores años de su vida. Estudiante en Suiza, viajero y joyero de profesión, posee un comercio en una calle cercana a la plaza Mayor. Hoy su sueño es conseguir que la calle de la Sal exhiba en sus establecimientos comerciales carteles anunciadores a la usanza del siglo XIX, con sus reclamos de ribetes dorados y noticia exterior de sus géneros. Pero al sueño de hoy une, desde siempre, otros anhelos por ver convertida Madrid en una ciudad cuyo conocimiento permita a todos, forasteros y lugareños, el mayor grado de disfrute ciudadano, según confiesa.
En 1982 creó la Fundación Villa y Corte, un foro madrileño abierto y emprendedor de iniciativas encaminadas a la divulgación de informaciones sobre la ciudad y respuestas inteligentes. Se abrió paso entre el fárrago de obstáculos que suele impedir que los ciudadanos hagan medrar sus iniciativas ante la administración. Su hija, dice con orgullo, ha heredado su pasión y regenta un centro privado de documentación sobre Madrid.
Pregunta. ¿Con qué objetivo nació la fundación que dirige?
Respuesta. Con el de enaltecer esta ciudad, tan bella pero tan maltratada.
P. ¿Cómo han luchado por conseguir ese enaltecimiento?
R. De múltiples maneras. En ocasiones, estimulando estudios sobre zonas de Madrid como el que hicimos, con apoyo de siete entidades, de la plaza Mayor.
P. ¿Obtuvieron resultado?
R. Conseguimos desencadenar un movimiento de atención hacia ella y que las autoridades acabaran por interesarse por la plaza, que fue saneada. Después centramos nuestro esfuerzo en la culminación de las obras de la Almudena...
P. ¿Y...?
R. Es posible que no sea la mejor catedral, pero nunca pensamos que la solución fuera dejarla como estaba.
P. ¿Quién les apoya?
R. Logramos involucrar en estos objetivos a un número extraordinario de personalidades y entidades, desde las universidades Complutense y Autónoma hasta el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
P. Sin embargo, ¿por qué razón casi todo cuanto concierne al madrileñismo tiene un cierto aroma a rancio?
R. No lo creo. Pienso más bien que la gente elegante se abstiene de aportar a la ciudad su elegancia, se limita a ponerlo todo patas arriba y a quitarse de en medio. No podemos privar a Madrid de nuestra participación.
P. ¿Qué propone?
R. Destinar media hora a la semana a conversar sobre los problemas de Madrid y a idear soluciones. Los ciudadanos de Madrid tenemos mucho que decir sobre la ciudad.
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