Artes perifrásticas

Don Nicolás Sartorius da, en su artículo del pasado día 24, una clase práctica de andar por las ramas, coger el rábano por las hojas y algunas otras artes perifrásticas al comentar el desdichado asunto de la condecoración al torturador Manzanas. La infausta ley no sólo permite sino que obliga al Gobierno a conceder la medalla o encomienda a cualquier víctima del terrorismo a petición de sus herederos (artículo 4.3).

El señor Sartorius, en su afán de cargar al Gobierno lo que fue un error unánime del Legislativo, rubricado por sus señorías con ovación de gala al final de la votación, trepa a la exposición de motivos para señalar que las víctimas han sido, 'en su contribución personal, el exponente de una sociedad decidida a no consentir que nada ni nadie subvierta los valores de la convivencia, de la tolerancia y de la libertad' y al Reglamento que invoca 'el sacrificio doloroso y fecundo prestado en aras de la libertad y la convivencia en paz de todos los españoles'.

Pues mire, no. Una ley cuya aplicación permite este lamentable espectáculo es una ley mal hecha, y los párrafos que cita Sartorius lo demuestran. No son más que retórica hueca para consumo de autocomplacientes. Los entrecomillados no están escritos pensando en un policía torturador, es cierto. En rigor, no están escritos pensando en ninguna víctima del terrorismo, que todas lo fueron de manera involuntaria. Ya que cita a Fernando Buesa, me permito recordar una expresión nada retórica de su viuda, una mujer admirable que se llama Nati Rodríguez: 'Mi marido no entregó su vida. Se la quitaron'.

Quizá el señor Sartorius debería depurar su razonamiento de adherencias religiosas y pedir una reforma de la ley o, en su defecto, pensar mejores argumentos para cuando solicite la medalla la familia de Carrero Blanco, que todo llegará.-