Bush cruza el río Bravo
La lucha contra el narcotráfico, la emigración y los intercambios comerciales dominarán la agenda del presidente de EE UU en México
Un rancho de 450 hectáreas alzado sobre tierras casi desiertas, cactus y arbustos espinosos acogerá el 16 de febrero a los dos presidentes camperos de América: el mexicano, Vicente Fox, y el norteamericano, George W. Bush, dispuestos a mejorar una relación bilateral agria en la lucha contra el narcotráfico y asuntos migratorios, pero próspera comercialmente. Los intercambios pueden alcanzar este año los 250.000 millones de dólares, impulsados por el Tratado de Libre Comercio de 1994 entre EE UU, Canadá y México.
Los dos políticos, más pragmáticos e intuitivos que intelectuales, disfrutan de una excelente relación personal desde los meses en que eran candidatos presidenciales. Nada mejor para fortalecerla que una reunión de reconocimiento político-gastronómica-turística en el rancho de San Cristobal, a 400 kilómetros de Ciudad de México, en el Estado de Guanajuato, del que Fox fue gobernador. Muy cerca del salón donde los dos presidentes expondrán sus buenos deseos y los aspectos generales de las metas de sus nuevos gobiernos, y donde probablemente compartirán unas copas de tequila, hay un establo de vacas lecheras cuerdas, raza Rolando, y una caballeriza con 15 corceles Cuarto de Milla.
Los dos favoritos son un alazán tostado, llamado El Rey, y un oscuro rebautizado Dos de Julio, en recuerdo al histórico 2 de julio del año 2000, fecha en que Vicente Fox Quesada derrotó al Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el poder durante 71 años. Entre cabalgadas y visitas a los regadíos de verduras, la mansión familiar de reminiscencias coloniales o a la iglesia donde Fox comulga casi todos los domingos, los dos gobernantes y sus acompañantes comentarán previsiblemente el problema de la electricidad en California, y la cooperación que México podría prestar para subsanarlo. Preocupa asimismo la pacificación de una frontera común de 3.200 kilómetros cuadrados, periódicamente sobresaltada por la masiva emigración ilegal y su represión por las patrullas fronterizas norteamericanas.
La legal también es masiva: la Embajada y nueve consulados estadounidenses en México procesarán este año en torno a los dos millones de peticiones de visado. También los empresarios norteamericanos y canadienses viajan frecuentemente a México atraídos por la liberalización de su economía. Compañías de telecomunicaciones, automovilísticas o eléctricas, bancos, o el capital que instaló las cadenas de montaje en la frontera (maquilas), piden mayores espacios o facilidades fiscales, en dura competencia con otros inversores europeos o asiáticos.
'Las relaciones entre México y Estados Unidos han llegado a un punto en el que se tiene que promover la participación de múltiples actores en su mejoramiento', advirtió, en un artículo publicado en El Universal, Luis Felipe Bravo Mena, dirigente del nuevo partido gobernante, el conservador Partido de Acción Nacional (PAN). De hecho, dejaron de ser un asunto exclusivo de diplomáticos y especialistas para afectar a toda la sociedad mexicana, al existir múltiples intereses gravitando a su alrededor. Dos ejemplos lo confirman: más de ocho millones de mexicanos viven en EE UU, los ahorros enviados a sus familiares superan los 8.000 millones de dólares, y el narcotráfico nacional satura de cocaína a las principales ciudades norteamericanas.
Un asunto puede llegar a causar fricciones en la compleja relación vecinal. Caso de que el ex gobernador de Tejas decidiera aplicar la ley Helms-Burton, concebida para impedir el comercio con la revolución de Fidel Castro, México se opondría. La ley, que tiene carácter extraterritorial, castiga a las empresas que comercien o inviertan en Cuba, incluso con la incautación de sus bienes en EE UU si los tuvieran. El Gobierno mexicano pretende recomponer las relaciones con La Habana, deterioradas durante el mandato de Ernesto Zedillo (1994-diciembre de 2000), y uno de sus objetivos es multiplicar la penetración empresarial en la isla caribeña.
De momento, la económica parece ocupar el primer lugar en las prioridades de las dos naciones. Los delegados de Bush así lo admitieron. La imagen de México, el chaparrito con sarape, subrayó su embajador en Ciudad de México, Jeffrey Davidow, no se corresponde con la realidad de un país 'poderoso' que en 10 años será el primer socio comercial de Estados Unidos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.