Salida
A primeros del pasado mes de diciembre me ocupé en esta columna de analizar lo que consideraba el inicio de verdad del curso político en esta legislatura. Se cerraba el proceso congresual iniciado once meses antes por el BNV y quedaba expedito el camino para llevar a cabo sin más dilaciones una oposición dirigida a consolidar posiciones, al éxito de una alternativa a la mayoría absoluta del PP en nuestra Comunidad.
Apunté que UV, EU y BNV se presentaban en la parrilla de salida con serios handicaps, pues su futuro como partidos parlamentarios (en el ámbito valenciano) o era una incógnita subsanable (BNV y UV) o peligraba (EU), si no entendían correctamente cuáles eran los tiempos que iban a vivirse. Me refería a que los socialistas estaban ya forzados a diseñar y protagonizar una oposición a la altura de un partido que fue durante tantas legislaturas gobernante, y a que los primeros indicios de que realmente se iba a esa política propiciaría en los tres partidos menores un estrés notable, ya que a la nacionalización que supone la política del PP, la opción correspondiente del PSOE seguiría la misma tónica, es decir, centrar la oposición en una meditada selección de problemas de alcance estatal para medirse directamente en el ámbito general y recuperar posiciones después de cinco años de ausencia del poder estatal.
Tras algunas dudas, y espoleado por lo que entiende errores de bulto en la política popular, el PSOE se ha lanzado a una espectacular andanada de críticas al gobierno, inaugurando así la estrategia que sus divisiones recientes le impedía asumir. La oficina de marketing socialista no desaprovecha ninguna ocasión para sumar créditos a la crítica mientras el gobierno parece haber perdido el paso y responde con frases hechas a lo que es una apabullante artillería a cargo de quien creían un líder sin carisma, sin ideas, sin fuelle, dócil, tímido y fuera de cacho.
En pocos días se verá que el gobierno se toma más en serio sus réplicas pues las frases felices, los retruécanos o el efectismo verbalista son un lujo que puede permitirse la oposición, pero resulta fatal para un gobierno, al que corresponde poner de manifiesto con hechos que la crítica o es demagógica, o falaz, o huera.
La visita del líder del PSOE a Valencia de estos días, y la elección de la ciudad para proponer una 'oferta de progreso', sobre un decálogo de problemas nacionales como la seguridad alimentaria, la inmigración, la violencia de género, la siniestralidad laboral, la inseguridad ciudadana, el deterioro de la justicia, la repercusión de la inflación en el ciudadano y en el tejido productivo, la vivienda, el deterioro de la educación pública y la dignidad y la soberanía nacional, ponen de manifiesto que el socialismo local dispone de un referente con altavoz para su despegue.
Y aunque los detractores del socialismo local expliquen que estamos en lo de siempre, subsidiarios de la central, (aunque a la espera de la inminente oferta de compromiso de Joan I. Pla) esa convicción no se traduce en mejores expectativas para los competidores autóctonos del PSOE. Al PSOE le va bien así, como en otras ocasiones se demostró.
Y ello devuelve a los minoritarios a la imaginación obligatoria y a no recitarse de nuevo discursos sin gancho, porque la política valenciana es así.
vicentfranch@eresmas.com
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