Prohibido destrozar el museo
El vandalismo causa daños en numerosos experimentos del Kutxaespacio de la Ciencia
El público aplicó con un celo desmedido el eslogan Prohibido no tocar y las continuas consignas a la diversión, proferidas machaconamente y con la mejor de las intenciones por los responsables del Kutxaespacio de la Ciencia, abierto al público el pasado jueves en San Sebastián. Al incitar tan alegremente a la diversión, no calcularon el factor 'gamberrismo', y se encontraron con que muchos visitantes arrasaron con los módulos experimentales, concebidos como juegos educativos, que forman la exposición permanente del museo.
En cuatro días de visita, aunque con más incidencia el pasado fin de semana, el público destrozó casi la mitad de los 160 experimentos, juegos y demostraciones propuestos, según cuantificó el domingo un empleado a pie de 'campo de batalla'. Para sorpresa de azafatas, personal de seguridad y responsables del museo, 'se vivieron escenas de pura bestialidad, salvajismo y mal comportamiento', afirma el director, Félix Ares.
Ares sorprendió a dos jóvenes subidos a un holograma y 'chupando' el filtro donde se proyecta en tres dimensiones la imagen de una mujer. El globo terráqueo de 2.500 kilos que flotaba sobre una finísima película de agua fue arrollado e inutilizado hasta el punto de que debió ser acordonado. 'Una madre irresponsable sorteó el acotado del péndulo de Foucault para que su hijo de muy corta edad tocara una bola de 250 kilos en movimiento', lamenta el director del Kutxaespacio de la Ciencia. 'Por no hablar de los padres que, no contentos con verlos a un metro de distancia, animaban a sus hijos a saltar la valla para palpar los dinosaurios', agregaba ayer.
La fuente caótica, una de las atracciones más curiosas del elenco de juegos, tan simple como observar cómo gira siempre de forma impredecible, a veces lo hacía por el impulso de alguien que no leyó antes el letrero bilingüe: 'Prohibido tocar', una excepción en todo el recinto. Comportamientos de este estilo, en gran parte motivados por 'el ansia de probar todo sin control en un lugar donde prima la libertad', opina Ares, motivaron que muchos experimentos tuvieran que incorporar un cartel informando de que estaban 'en revisión'. La dirección del museo tuvo que reforzar ayer,aprovechando el cierre semanal del centro, el equipo de técnicos que se afanaban en poner en funcionamiento los artilugios.
Menos mal, se consolaba Ares, que finalmente no prosperó la idea de celebrar una jornada de puertas abiertas, como barajó la Kutxa. Aun así, por el museo pasaron unas 4.000 personas -180 el jueves, 230 el viernes, 1.400 el sábado, día de san Sebastián, y 2.250 el domingo- que mayoritariamente compraron el paquete de entradas para ver la exposición Dinosauria 2001 y los módulos experimentales. En el Museo de la Ciencia de Valencia, inaugurado recientemente y cinco veces más grande que el donostiarra, se registró una afluencia de 15.000 personas en la jornada de puertas abiertas.
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