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Un juez sospecha que un mismo hombre asesinó y quemó a dos ecuatorianas

El primero de los dos cadáveres fue hallado calcinado en un vertedero ilegal de El Viso de San Juan (Toledo). Lo encontró, el 16 de septiembre pasado, un vecino que alertó a unos cazadores y éstos, a su vez, a la Guardia Civil.

El cadáver estaba irreconocible. Tanto que inicialmente ni podía distinguirse si se trataba de un hombre o una mujer. La autopsia, practicada en Illescas, no aportó dato alguno para la identificación del cuerpo. César Sempere, juez número 1 de Illescas, ordenó su traslado al Instituto Anatómico Forense de Madrid para una segunda autopsia. El resultado fue negativo. Las esperanzas para aclarar el caso eran casi nulas, según fuentes judiciales.

La clave que ha aportado cierta luz al caso estaba alrededor de uno de los dedos del cadáver. Un anillo de oro bajo, manufacturado en Ecuador, dio la pista sobre la identidad y el origen de la víctima. La foto del anillo fue publicada en un diario ecuatoriano y apenas unos pocos días más tarde fue reconocido por la familia. Ésta aseguró que era el anillo de Marjorie, una ecuatoriana de 34 años que se dedicaba a la prostitución callejera en Madrid.

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Un hombre mató a Marjorie a mediados de septiembre pasado. Para deshacerse del cadáver, lo llevó hasta un vertedero ilegal de El Viso de San Juan (Toledo), lo roció de gasolina y lo quemó.

Un caso muy parecido se repitió tres meses más tarde -en diciembre, en Griñón- a sólo 15 kilómetros de El Viso de San Juan. La víspera de la pasada Nochevieja, un matrimonio y su hija circulaban a las 16.40 en su furgoneta por la vereda del Quijobar, un camino rural de Griñón (Madrid). 'Iba con mi mujer y mi hija -de seis años- a ver mis tierras, donde cultivo cereales', afirma Ernesto González, de 41 años, conocido como El Reque, apodo que heredó de su padre, al que se lo pusieron de niño por usar una boina roja.

El Reque vio desde el coche un bulto extraño junto a una retama. Se bajó del vehículo y comprobó que se trataba de un cadáver calcinado sobre un palé de madera. 'Los pies era lo que menos quemado tenía. Eran unos pies pequeños, como de la talla 36', explicó. 'Mi hija se bajó de la furgoneta, vio el cadáver y dijo: 'Anda, si son unos pies como los míos'. Ernesto avisó por su teléfono móvil a la Guardia Civil de Griñón. 'A una pierna le faltaba carne, se la debió comer uno de los perros que andan sueltos por aquí', recuerda.

El cadáver estaba irreconocible. O estaba desnudo o la ropa había desaparecido por el fuego. No tenía ni zapatos. Al inspeccionar el terreno, los guardias civiles hallaron un colgante y un anillo dorados. Los investigadores lograron averiguar que el anillo procedía de Ecuador. El puzzle comenzaba a encajar.

Como en el caso anterior, los agentes identificaron a esta segunda víctima gracias al anillo. Se trata de Gladys Irene V. P., ecuatoriana de Guayaquil, 33 años. En su pasaporte hay un sello de entrada por el aeropuerto de Barajas con fecha de abril.

Gladys ejerció como prostituta por diversos lugares de Madrid (la Casa de Campo, la calle del Capitán Haya...). Cambiaba de un sitio a otro, sin puesto fijo.

Las autopsias han determinado que ni Marjorie ni Gladys murieron de un disparo o apuñaladas. Ambas fallecieron estranguladas, supuestamente, por las mismas manos. Los investigadores sospechan que su asesino les puso una bolsa alrededor de la cabeza para ahogarlas. 'Aún no se le puede atribuir a una persona concreta la autoría de estos dos crímenes, pero se sospecha que se trata del mismo criminal', afirma el magistrado de Illescas, César Sempere. La investigación sigue abierta.

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