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El derribo de un poder fáctico

El director general de la CAM dimite tras desafiar la política de la Generalitat valenciana

O se iba o lo destituían. El director general de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), cuarta en volumen de depósitos, Juan Antonio Gisbert, dimitía el jueves por la noche después de ocho años en el cargo en medio de la sorpresa general. Pocos conocían la decisión de quien ha sido el más duro escollo a la fusión de las dos grandes cajas de ahorro valencianas: la CAM y Bancaixa, una operación apetecible para los sucesivos gobiernos de la Generalitat Valenciana, de izquierda o derecha, pero imposible hasta la fecha.

Juan Antonio Gisbert, hombre salido de la CAM, saltó a la política a mediados de los años ochenta de la mano del PSOE. Desde su puesto de director general de Economía y Política Financiera en la Administración valenciana fue Gisbert quien impulsó una política de concentración con el propósito de reducir a una o dos las 10 o 12 cajas existentes entonces. Tras su paso por la política se reincorporó en 1990 a la CAM y dos años después accedió a la Dirección General, desde la que Gisbert ha ejercido todos estos años de hombre fuerte de la caja y creado un aparato directivo propio.

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El retorno de este alcoyano a la CAM, contrariamente a lo que defendió en su etapa de político, no ha facilitado la fusión con Bancaixa. Los recelos de Alicante hacia Valencia, la inevitable pérdida de poder de una de las dos cajas fusionadas, la rivalidad entre las dos entidades y la injerencia del poder político conforman el trasfondo de la esta historia.

Desde su regreso a la CAM, Gisbert impulsó una estrategia de alejamiento de Bancaixa, que se ha acentuado con el tiempo. Las plataformas informáticas son diferentes, las tarjetas de crédito, también -la CAM continúa en la Red 6000 y Bancaixa está en Servired-, sólo respetaron, y no siempre, los mercados naturales de cada una de las dos entidades en previsión de una unión a medio plazo.

El Gobierno socialista abandonó la Generalitat valenciana en 1995 con la fusión pendiente y para el PP, vencedor de las elecciones, el control político de las cajas era prioritario a cualquier operación de fusión. Reformó la ley valenciana de cajas y tras dos renovaciones logró una mayoría holgada en los consejos de administración, aunque insuficiente para aprobar una fusión sin los socialistas.

Gisbert se sostuvo en el cargo a pesar de su militancia socialista y de los recelos que despertaba en las filas del PP autonómico, liderado por el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. La CAM ha entrado con el resto de entidades financieras autóctonas en proyectos promovidos por el Gobierno valenciano como el parque temático Terra Mítica o el Hospital de Alzira, pero Gisbert no se se ha mostrado dócil con otras peticiones de la Generalitat, que ha convertido estas entidades financieras en instrumentos de su política de gobierno.

La coyuntura cambia hace dos años. Zaplana, cómodo con la mayoría absoluta lograda en las urnas en 1999, anuncia con palabras más o menos claras en las Cortes valencianas que ésta será la legislatura de la fusión. Y pone los engranajes en marcha.

En marzo del año pasado, el presidente pidió a los directores generales de las dos cajas un estudio conjunto acerca de la fusión. Gisbert, sugirió que cada caja realizase el suyo propio para después ponerlo en común. Bancaixa encargó el estudio a Arthur Andersen, de donde procedía su director general, Fernando García Checa, y la CAM le pidió a su consultora, Boston Consulting, que ampliara el plan estratégico e incluyera un informe sobre el impacto de la fusión.

El proceso en que se involucró el propio presidente Zaplana -se comprometió públicamente a pronunciarse sobre la operación antes del pasado agosto- acabó mal. Las valoraciones sobre el cierre de oficinas, el personal excedente y el valor actualizado de la caja resultante apenas diferían un 10% de un estudio a otro. El abismo se abría en la cuantificación de la pérdida de negocio. Mientras Bancaixa lo estimó en unos 150.000 millones de pesetas, la CAM casi lo triplicó y Gisbert empleó este argumento a modo de escudo.

Con estos números, la oposición, los sindicatos y los consumidores reaccionaron y sobre Zaplana cayó una lluvia de críticas por intentar imponer una fusión por motivos exclusivamente políticos. El Gobierno del PP de Murcia, con representación en el consejo de la CAM, se pronunció incluso contra la fusión. Este frente detuvo el proceso. Fuentes de la caja alicantina señalan este momento como el de la ruptura definitiva entre Gisbert y Zaplana, empeñado en una fusión rápida (antes de diciembre pasado) para evitar el solapamiento de la unión con la implantación en las cajas del euro.

El pulso se convierte en desafío abierto cuando el consejo de la CAM, que controla el PP, aprueba hace unas semanas un plan estratégico a cinco años donde se proyecta la expansión de la caja alicantina en las provincias de Valencia y Castellón, territorio de Bancaixa. La Generalitat interpretó este paso como una declaración de guerra y Gisbert, el único dirigente de cajas de la etapa socialista que ha sobrevivido al cambio de gobierno, cae.

No lo dijo con todas las palabras, pero el director tras dimitir por 'motivos personales' aseguró que arrojaba la toalla por la oposición de una parte importante del consejo. El anuncio causó sorpresa pero cuando trascendió la reciente reunión entre Zaplana y Gisbert quedó claro que la renuncia estaba pactada. El ex director abandona el cargo con una indemnización anual de 50 millones hasta su jubilación, lo que sumaría unos 700 millones de pesetas, y con una buena gestión económica.

Que su decisión era forzada quedó patente cuando varios de los consejeros presentes se manifestaron contrarios a la dimisión, que podrían haber evitado con una votación. El consejo nombró a Roberto López Abad sustituto de Gisbert, un hombre técnico del equipo del anterior director.

Los tres vicepresidentes de la CAM exigen algunas de las atribuciones concentradas en la dirección general. Es el caso de los puestos en las sociedades participadas por la caja alicantina. Otros tres directivos de peso del equipo de Gisbert abandonan la caja con una jubilación anticipada y surge la incógnita de quiénes cubrirán sus plazas y qué grado de sintonía tendrán con el consejo. El presidente de la CAM, Vicente Sala, que ha refrendado las decisiones de Gisbert, queda ahora en precario y sujeto a las críticas de parte del consejo por no haber sabido salvaguardar la autonomía de la caja frente a la intervención de la Generalitat.

La dimisión ha ocasionado gran revuelo en la escena política, y los partidos de la oposición, el PSPV-PSOE y EU, hablan del 'cese' de Gisbert, a la vez que arremeten contra el Ejecutivo valenciano por esta nueva injerencia. Los populares no reúnen los dos tercios necesarios de las asambleas para fusionar las cajas. Y contra la operación aparecen nuevos argumentos, entre ellos una eventual intervención del Tribunal de Defensa de la Competencia. Otra opción, que excluye la fusión, sería la actuación coordinada de las dos cajas en la obra social y en las inversiones estratégicas. Es otra posibilidad.

Frente a las dos anteriores se abre paso una tercera y es que la dimisión de Gisbert despeja el camino a la fusión, lo que daría lugar a la tercera caja de ahorros española, aunque a considerable distancia de La Caixa y Caja Madrid.

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