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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Globalízate o muere

La globalización no es una moda; no es algo que apruebe el Parlamento o el dictador de turno. La globalización es como el amanecer: viene inexorablemente. Y puesto que mañana parece que amanecerá, caben dos posturas: hacer todo lo posible para que no amanezca o aprovechar las leyes del amanecer para programar nuestra actividad.

Con la capacidad de comunicación del periodismo anglosajón y su experiencia laboral, Thomas Friedman ha escrito el perfecto manual para entender la globalización, simplemente el nuevo sistema internacional de relaciones que ha sustituido al de la guerra fría. Desde que en 1989 cayó el muro de Berlín, el mundo no se divide en amigos y enemigos, sólo en competidores.

The Lexus and the olive tree

Thomas L. Friedman Editorial Anchor Books (www.anchorbooks.com

Antes de la Primera Guerra Mundial, ya hubo una globalización, aunque implicó a menos países. Coincidió con la invención del barco de vapor, el telégrafo, el teléfono, el ferrocarril, el coche y las migraciones. Si aquella preglobalización se basó en la caída del coste del transporte, ésta, en la rebaja de las telecomunicaciones.

El doble premio Pulitzer de The New York Times rompe con prejuicios como que la globalización es el último mecanismo del capitalismo para explotar a los desheredados. Gracias a la facilidad y baratura de las comunicaciones (uno de los pilares del nuevo sistema), en unos días se organizan manifestaciones contra las cumbres económicas; gracias al correo electrónico se prohíben las minas antipersonas y su promotora, Jody Williams, gana el Nobel de la Paz. Nunca el individuo ha tenido tanto poder para influir en su Gobierno, en las finanzas y en los medios de comunicación. Hoy, tanto afecta el Nasdaq a los países en desarrollo como la crisis de Brasil a Wall Street.

Friedman reconoce que la globalización acarrea nuevos problemas; el más grave, la homogeneización del mundo, de sus culturas, la pérdida de raíces de las personas, una fuerza tan poderosa que puede dar al traste con el sistema. En este cambio acelerado, los Gobiernos no pierden importancia. Son fundamentales para crear igualdad de oportunidades, sin favoritismos, porque la nueva economía huye de los países corruptos o sin transparencia legal. El Gobierno tiene que ser más un administrador que un político. Friedman reconoce que, para que un país prospere, más útil que elegir la mejor tecnología es elegir a los mejores gobernantes.

No es accidental que todos los países, excepto Singapur, con un renta per cápita superior a los 15.000 dólares, sean una democracia liberal. Pero hoy el desarrollo de un país no se mide por su renta per cápita, sino por megabits per cápita. Conectividad es productividad. El ancho de banda para el comercio es tan importante en el siglo XXI como las autopistas lo fueron en el XX, el ferrocarril en el XIX y los puertos de mar en el XVIII.

El autor expone empresas y países que han salido adelante gracias a la globalización y otros que no se están adaptando a las nuevas reglas del juego. Friedman ridiculiza a la intelectualidad francesa por su empeño en que no amanezca. 'Con todo el respeto a las teorías revolucionarias, los pobres de la Tierra no quieren ir a las barricadas, sino a DisneyWorld'.

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