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LA CAÍDA DEL PRESIDENTE FILIPINO

Una toma de posesión entre viejos opositores a Marcos

Ramón Lobo

Poco después de las doce del mediodía del sábado, con Joseph Estrada navegando sin cargo por la hermosa bahía de Manila, sin el riesgo de una duplicación de presidentes, Gloria Macapagal Arroyo, de 53 años, tomaba solemne posesión de la jefatura del Estado.

Tocada con un traje cruzado gris, la mano derecha en alto y situada enfrente del presidente del Supremo, Hilario Davide (quien recibió el permiso unánime del tribunal para proceder al cambio), la hija de Diosdado Macapagal, presidente filipino entre 1961 y 1965, se convertía en la nueva Corazón Aquino, el decimocuarto presidente desde la independencia y la nueva esperanza de más de ochenta millones de filipinos.

Entre Davide y Macapagal Arroyo se alzaba la imponente figura del cardenal Jaime Sin, el jefe de la poderosa Iglesia católica filipina, que una vez más, como en 1986, ha protagonizado un cambio político. A su izquierda, de amarillo como en los tiempos de la lucha contra Ferdinand e Imelda Marcos, Cory Aquino asentía feliz a cada palabra del juramento. La fórmula de la jura fue coreada por decenas de miles de personas que abarrotaron durante la noche, la madrugada y la mañana la avenida de Epifanio de los Santos. Y vitorearon también su primer discurso, con papeles, en el que prometió trabajar duro para los más pobres (el electorado de Estrada) y devolver al país su buena imagen internacional.

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Los tres anti-Marcos

Detrás de Aquino se veía la figura enjuta del ex presidente Fidel Ramos. En esa tribuna parecían olvidarse algunas de las rencillas del pasado, como las del cardenal Sin con Ramos, a quien nunca toleró por ser protestante (ni a Estrada, a quien considera un libidinoso). Los tres héroes del antimarquismo unidos de nuevo, en apoyo de Gloria Macapagal. Todos han logrado el llamado People's Power II sin apenas violencia.

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Macapagal fue elegida vicepresidenta en 1998. Según la Constitución de Filipinas, los cargos de presidente y vicepresidente se escogen por sufragio universal en votaciones separadas. Ella, miembro de la oposición a Estrada, obtuvo más votos que el presidente, quien a su vez alcanzó casi el doble de apoyos que el anterior, Fidel Ramos.

Gloria Macapagal, en sus primeras declaraciones, ha prometido la rápida formación de un Gabinete en el que quiere dar entrada a jóvenes técnicos. Para los analistas filipinos, el principal obstáculo con el que se enfrenta la presidenta es lograr la reconciliación y evitar que las heridas del proceso de destitución y la dramática salida de Estrada lastren un mandato que debe tener como gran prioridad la recuperación económica del país, castigado por la crisis asiática de 1997, que lo dejó en crecimiento negativo, y la huida de los inversores en los últimos meses, su gran baza de futuro.

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