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Los demócratas acentúan sus ataques contra el fiscal general designado por Bush

Izquierda y derecha colisionaron ayer frontalmente en el Capitolio de Washington, en el comienzo de las audiencias para la confirmación parlamentaria de John Ashcroft como fiscal general de EE UU. Apoyados en la calle por manifestantes feministas y afroamericanos, el ala progresista del Partido Demócrata comenzó en el Senado un duro interrogatorio de Ashcroft. Su voluntad de ilegalizar el aborto, sus supuestos prejuicios raciales y los fondos electorales que recibió en 1983 de una empresa petrolera que investigaba por violaciones medioambientales, fueron la primera munición en su contra.

A cuatro días de la toma de posesión de George Bush, el caso Ashcroft se ha convertido en la batalla más claramente ideológica librada en el Congreso en muchos años. La figura de Ashcroft provoca el furibundo rechazo de los progresistas y el apoyo entusiasta de los conservadores. No sólo los primeros se movilizaban ayer activamente en el Senado, los alrededores del Capitolio y los medios de comunicación; los segundos también lo hacían con el vigor de las causas históricas.

Para desasosiego de los moderados de ambos partidos, la presidencia de Bush, que éste desea de unidad nacional, arranca con una tremenda polarización. Bush ha propuesto a Ashcroft para la fiscalía general, que en EE UU también conlleva la cartera de Justicia, con el fin de dar satisfacción a la derecha cristiana del Partido Republicano, que tan fielmente le apoyó en la conquista de la Casa Blanca. Pero el nombramiento es una provocación para los liberales.

En las audiencias iniciadas ayer, y que culminarán mañana, Ashcroft debe demostrar que pese a sus posiciones ultraderechistas aplicará las leyes del país, incluida la que protege el derecho al aborto. 'Puede que sus creencias filosóficas e ideológicas sean tan profundas que aunque crea que está aplicando la ley no lo esté haciendo', advirtió el senador demócrata Charles Schumer. 'No es un moderado, no es compasivo y no es conservador, es un extremista', afirmó la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).

'Es un buen hombre'

Bush defendió a su candidato con un argumento que se está convirtiendo en una muletilla suya: 'Ashcroft es un buen hombre, tiene un buen corazón'. Pero no es eso lo que está en juego. Los demócratas recordaron ayer que el aspirante a fiscal general afirma que si pudiera aprobar una sola ley, sería para ilegalizar el aborto, incluidos los casos de incesto y violación. Y hoy declarará como testigo en el Senado el juez afroamericano Ronnie White, a cuyo ascenso al rango federal se opuso con éxito Ashcroft en sus tiempos de senador por Misuri.

Ashcroft aseguró que su oposición a White se basó en que el magistrado era blando frente a la pena capital. Pero White había firmado decenas de condenas a muerte. William Clay, un congresista de Misuri, afirmó ayer que Ashcroft actuó por racismo, y recordó que como fiscal general de Misuri se opuso a aplicar decisiones judiciales contra la segregación racial en escuelas de Saint Louis.

Pero Ashcroft recibió un inesperado apoyo, el del afroamericano Charles Evers, hermano de Medgar Evers, un líder de los derechos civiles asesinado. Evers declaró: 'Las acusaciones de racismo no están fundamentadas. Ashcroft votó a favor de 23 de 26 nombramientos de jueces afroamericanos, estableció una fiesta en Misuri en honor de Martin Luther King y salvó la universidad negra de Lincoln'.

Con 50 senadores republicanos y otros tantos demócratas, Ash- croft no tiene asegurada su confirmación. Sobre su historial también se proyecta la sombra de los fondos electorales que recibió en 1983, cuando se presentaba al cargo de gobernador de Misuri, de una filial de Inland Oil. Entonces, Ashcroft, fiscal general de ese Estado, investigaba a esa empresa por violación medioambiental.

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