Un cargo para realzar al futuro rival nacionalista de Maragall
Las leyes catalanas prevén que el presidente de la Generalitat pueda delegar algunas de sus funciones a uno de los miembros de su Gobierno. Esta posibilidad no ha sido nunca ejercida por Jordi Pujol en los 21 años que lleva como presidente. Al revés. Se ha distinguido siempre por ocuparse lo mismo de las grandes cuestiones que de los detalles más nimios.
La izquierda intentó incluir la figura del conseller en cap en el Estatuto de 1979, pero CiU se opuso rotundamente y como eran años de consenso la propuesta no prosperó. Quienes la promovían pensaban que permitía deslindar las funciones del presidente de la Generalitat entre las representativas de la institución, por una parte, y la dirección política por otra. De haberse instaurado este modelo, el consejero en quien se delegarán las funciones ejecutivas habría sido el conseller en cap, una denominación que podría traducirse como primer ministro en un sistema en el que hay también un presidente o jefe de Estado.
Esta división era coherente con la concepción de la Generalitat como institución que comprende tanto la Presidencia propiamente dicha, el Parlamento y el Consejo Ejecutivo, amén de atribuir a la Administración local la ejecución de muchas de sus funciones más próximas a los ciudadanos. Ése era el proyecto de la izquierda en 1980, cuando las primeras elecciones autonómicas.
El modelo levantado por Pujol en estos 21 años es el contrario. La Generalitat es hoy un organismo fuertemente presidencialista, centralizado en extremo, tanto desde el punto de vista político como territorial en el que se confunden en Pujol tanto las funciones de representación como las de presidente de Gobierno. En realidad, Pujol ha ido bastante más lejos y ha logrado que muchas personas identifiquen la Generalitat con su partido y su persona. Quizá es por esto que su rival, el socialista Pasqual Maragall, incluyera en su programa electoral de 1999 la posibilidad de delegar parte de sus funciones.
Pujol utiliza ahora la figura del conseller en cap para realzar la figura del portavoz del Gobierno y consejero de Economía, Artur Mas, ante su próximo enfrentamiento con Maragall y al mismo tiempo cortar el paso al otro aspirante a su sucesión, el dirigente democristiano Duran Lleida.
Ni Pujol ni Mas han detallado qué funciones van a ser delegadas al segundo. La más importante de las previstas por la ley es la facultad de convocar y presidir el Gobierno catalán y coordinar su programa legislativo. Pero el contenido político del nuevo cargo dependerá en buena parte de que el propio Pujol quiera, pueda y sepa apartarse hasta un segundo plano para dejar espacio al que ha ungido como delfín.
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