Con papeles se vive mejor
Un estudio francés confirma la mejoría que supone la regularización
No se trata sólo del tradicional miedo a la policía o a la expulsión del país; un permiso de residencia ayuda al inmigrante a mejorar sus condiciones de trabajo y alojamiento. A estas conclusiones, en realidad poco sorprendentes, han llegado los autores de un estudio encargado por el Ministerio del Empleo y de la Solidaridad sobre 200 de los casi 100.000 extranjeros que obtuvieron un permiso de residencia en Francia a partir de 1997.
El Gobierno de Lionel Jospin lanzó la regularización de inmigrantes nada más llegar al poder. En los primeros meses dio prioridad a los matrimonios, sus hijos o los padres de personas que vivían regularmente en Francia. Después, la mayoría de izquierdas promovió la ley que prevé la entrega del permiso de residencia al que pruebe más de diez años de estancia en el país, incluso ilegal, o que justifique 'lazos personales o familiares' en Francia.
La gran mayoría de los que logran salir de la clandestinidad destacan el sentimiento de empezar a vivir normalmente como el primero de cuantos experimentan al obtener la tarjeta que les reconoce como gente legal. 'Cuando tuve los papeles, en 1998, me sentí como un bebé que acaba de nacer; podía casarme con la cabeza alta y ese verano fui a ver a mis padres por primera vez desde hacía 15 años', cuenta el marroquí Nasser, de 34 años, uno de los participantes en el estudio, del que dio cuenta ayer el diario Le Monde.
La proporción de inmigrantes que ganaban menos de 4.000 francos por mes (100.000 pesetas), que era del 44% entre el colectivo estudiado, se había reducido al 14% en el momento de efectuarse el trabajo de campo. La mayoría de los que han mejorado sus ingresos han tenido que cambiar de patrón. Aun así, un 20% continúa con empleos precarios y en condiciones laborales 'penosas', sobre todo en los sectores del trabajo doméstico, la confección y la hostelería.
Una parte de los que consiguen el permiso de residencia mejoran también su alojamiento, según el estudio. No queda muy claro cómo se consigue eso en un país en que los precios de los alquileres sufren alzas espectaculares desde hace dos años y resultan lentos los trámites para acceder a viviendas sociales, aunque, en principio, los inmigrantes regularizados tienen el mismo derecho a ellas que el resto de la población extranjera.
Del estudio se desprende que los aceptados tienen voluntad de permanencia en Francia. Pero este país no está dispuesto a que se queden todos los que quieran. El ministro del Interior, Daniel Vaillant, recordó que 'sería totalmente irresponsable' recibir a todos los extranjeros que quieren instalarse en Francia. Lo dijo mientras visitaba, el pasado día 8, la nueva zona del aeropuerto parisino de Charles de Gaulle destinada a la retención de extranjeros. Una instalación excepcional entre las 122 zonas de espera y 17 de centros de retención que existen en territorio francés, descritas como 'el horror de nuestra República' en un informe publicado en noviembre pasado por el ex presidente de la Asamblea Nacional, el socialista Luis Mermaz.
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