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Columna
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Los suecos lo cuentan todo

Soledad Gallego-Díaz

El próximo martes 9, de las 14.00 a las 16.00, cualquier persona podrá plantear sus dudas sobre la Unión Europea a un grupo de miembros de la Comisión, entre ellos el español Pedro Solbes, que se ha comprometido a participar desde Estocolmo en un debate vía Internet (www.eu2001.se). La iniciativa tiene más contenido simbólico que real, pero precisamente por eso representa bien el ánimo con el que Suecia se ha hecho cargo de la presidencia de la Unión para los próximos seis meses.

La voluntad de transparencia de los suecos (y el hecho de que la mitad de su población tiene acceso regular a la red) se va a notar también en otras cosas más concretas: va a 'colgar' las agendas (y borradores de agenda), así como las conclusiones de todas las reuniones que se celebren, no sólo ministeriales o cumbres, sino también de las reuniones de trabajo de representantes permanentes o de altos funcionarios comunitarios. Eso sí es una novedad.

Mejor todavía, el Gobierno sueco hará cuanto esté en su mano para abrir el acceso a todos los documentos comunitarios disponibles, aunque probablemente tenga que esperar hasta que el Tribunal de Luxemburgo se pronuncie sobre el tema de los documentos confidenciales. Desde el punto de vista sueco, su propia legislación -que obliga a argumentar por qué es necesario declarar secreto un documento concreto- es el mínimo exigible para el conjunto de la UE. Y, desde luego, no está dispuesto a admitir que exista absolutamente ningún secreto entre las instituciones de la Unión y los Estados miembros de la misma.

Suecia es un socio algo extraño de la UE, y no sólo por esa inusitada defensa del derecho a la información. Los suecos, con fama de solidarios, abiertos e internacionales, no tienen, sin embargo, mucho afecto a las instituciones europeas y prefieren muy mayoritariamente conservar su propia moneda. En general, son contrarios a adquirir más compromisos europeos y, en concreto, rechazan la idea de una Europa federal o de ampliar las competencias de la Comisión. Jacques Delors ha explicado muy concisamente, en el prólogo del estudio realizado por el profesor Olof Petersson para la Fundación Notre Europe, las razones de ese rechazo: 'Las reticencias suecas cara a una mayor profundización de la unión política europea son muy respetables y dignas de ser atendidas porque parten de la preocupación por preservar una experiencia incomparable de democracia participativa y de cohesión social'.

Los suecos temen que una mayor unión política europea coloque el rasero democrático demasiado bajo y vaya en detrimento de sus propias normas, más avanzadas que la media. Con argumentos parecidos, Suecia se ha mantenido hasta ahora al margen de la moneda única europea y de los criterios de estabilidad que exige el euro. Ellos han sabido respetar minuciosamente las reglas del sistema e incluso sumarse rápidamente a las normas de la nueva economía y de la globalización, pero conservando el más escrupuloso respeto a su tradicional y espléndido Estado de bienestar. 'Nadie nos va a decir cómo repartir esa nueva riqueza', explica el primer ministro socialdemócrata, Goran Persson, que gobierna con el apoyo de Verdes y ex comunistas.

El recelo de los suecos hacia la UE (mayor ahora, incluso, que cuando ingresaron hace cinco años) va a plantear algunas paradojas. La primera de ellas, cómo un país que duda de su propia pertenencia a la UE se va a empeñar en que ingresen nuevos países candidatos. Y, sin embargo, ése es precisamente el principal objetivo del Gobierno sueco, que desempeña, por primera vez en su historia, la presidencia del Consejo de la Unión. Patronales, sindicatos y otros agentes económicos están convencidos de que abrir las puertas de la UE al Este permitirá crear nuevos mercados en el Báltico y convertirá la zona 'en una de las más dinámicas y creativas de Europa', según Petersson. Así que los países candidatos, poco partidarios ellos mismos de una Europa más unida políticamente, pueden contar con Suecia a la hora de ingresar como muy tarde en 2004.

solg@elpais.es

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