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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sesgo ultraconservador

Es el Gabinete más multirracial de la historia de Estados Unidos, integrado por personas en principio competentes, en general de edad madura y en muchos casos con experiencia administrativa. Pero los nombramientos de George W. Bush indican también un sesgo ultraconservador preocupante, especialmente en la designación de John Ashcroft al puesto clave de fiscal general. Ashcroft es partidario de prohibir el aborto, firme defensor de la pena de muerte y contrario a la discriminación positiva en favor de las minorías étnicas. En la defensa de estas políticas estará bien arropado por Bush y su equipo, y puede verse reforzado cuando nombre a los nuevos integrantes de un Tribunal Supremo ya de por sí escorado a la derecha.

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Bush, de 54 años, ha elegido para su Gabinete a bastantes ministros que le superan en edad, que tuvieron responsabilidades en las remotas administraciones de Nixon y Ford, en plena guerra fría. Es el caso del nuevo jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, que ya ocupó ese cargo en 1975. Recuperar esa generación madura, en la que cabe incluir al prestigioso ex general Colin Powell como secretario de Estado o al empresario millonario Paul O'Neill en el Tesoro, es para Bush una forma de restablecer una legitimidad que ha salido tocada tras la larga batalla poselectoral de Florida, y por el hecho de que su contrincante, Gore, tuvo medio millón de votos más que él. Es una fórmula que también utilizó Kennedy, y por ello habrá que estar atentos al dinamismo que puedan aportar los más jóvenes, que se espera sean nombrados en los segundos niveles.

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De forma testimonial, Bush ha incluido un ministro demócrata, Norman Yoshio Mineta, en Transportes. La otra manera de afianzar su legitimidad ha sido la mezcla racial, con un asiático, dos hispanos, un negro (además de Condoleezza Price como consejera de Seguridad Nacional) y un árabe-americano. Pero no es nada seguro que consiga atraer así a una población negra e hispana que se ha volcado a favor de Gore. Linda Chávez, designada secretaria de Trabajo, es una hispana que no habla español, que está contra la enseñanza bilingüe y contra la discriminación positiva.

En cuanto al vicepresidente, Richard Cheney, otro veterano ex secretario de Defensa, Bush tendrá dificultades para convertirlo en una suerte de primer ministro. Dado el empate entre demócratas y republicanos en el Senado, Cheney, con su voto de calidad como presidente de la Cámara alta, tendrá que pasar más tiempo en el Capitolio que en cualquier otro lugar. Las primeras escamaruzas para la confirmación de los cargos designados así lo apuntan. En la Cámara de Representantes, la ventaja republicana se ha reducido a ocho escaños, y en las elecciones de 2002 puede desaparecer. Si así ocurriera, Bush tendría que aplicar sus dotes dialogantes y dar marcha atrás en el ultraconservadurismo que apunta su primer Gabinete.

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