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Cisma en la familia sandinista

Juan Jesús Aznárez

El general nicaragüense Humberto Ortega descalifica como candidato presidencial a su hermano Daniel

El general retirado Humberto Ortega abrió fuego contra su hermano, el secretario del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Daniel Ortega, calificándolo como el candidato perdedor que conducirá a la derrota en las presidenciales de 2001 al movimiento revolucionario que acabó en los ochenta con la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. Hostigado por la guerrilla Contra, financiada por Estados Unidos, el FSLN fracasó en la gestión económica que fue centralizada en los ochenta, perdió las presidenciales de 1990 y fue despedido con denuncias de corrupción y masiva apropiación de los bienes incautados.El 21 de enero, 400.000 militantes decidirán la candidatura presidencial sandinista en las elecciones de noviembre del año próximo y los 93 aspirantes a los escaños de la Asamblea Nacional por un frente izquierdista que fue observado en América Latina con la misma veneración que la revolución cubana. El FSLN, muy vinculado con La Habana en aquellos años y condicionado en su gestión por los avatares de la guerra fría, perdió respeto y legitimidad debido a la inmoralidad y negocios fraudulentos observados entre su dirección, entre comandantes que predicaron la justicia social y la equidad distributiva y ocupan hoy las mejores casas de Managua.

Humberto Ortega, jefe militar sandinista entre 1979 y 1990 y jefe del Ejército hasta 1995, con el Gobierno de Violeta Chamorro, es dueño de una gran fortuna y arremetió a mediados de mes contra su hermano Daniel, cuya biografía revolucionaria es mucho más edificante que su desempeño como presidente o líder político. Su popularidad, sin embargo, en una sociedad tan polarizada como la nicaragüense, es alta y los sondeos anticipan que ganará la consulta de enero. Humberto desconoce la realidad del partido porque ha permanecido mucho tiempo fuera del país por problemas de salud. Daniel Ortega fue derrotado en dos elecciones consecutivas: por Violeta Barrios de Chamorro en 1990, pese a obtener el 42% de los votos, y por el actual presidente, el conservador Arnoldo Alemán, en 1996, año en que sumó el 38%. Ninguno de los dos Gobiernos que sucedieron al sandinismo, proclives a la alianza con Washington, logró abatir la lacerante pobreza del pequeño país centroamericano.

En un inesperado documento, Unidad para sumar, sumar para vencer, el general retirado y ex jefe del Ejército alertó de que un nuevo revés de Daniel Ortega en 2001 haría más complejo y difícil el futuro estratégico del FSLN. Otro candidato de consenso, más moderado, agregó que aportaría una mayor cohesión, atrayendo no sólo a los militantes del partido, "sino también a miles de sandinistas no militantes".

Además de Ortega compiten por la candidatura el ex viceministro de Relaciones Exteriores y actual diputado Hugo Tinoco, el ex ministro de Planificación Económica Alejandro Martínez y un militante prácticamente desconocido, Martín López. El FSLN, a caballo de los fracasos de la Administración de Alemán, recuperó la alcaldía de Managua y de otras ciudades importantes en las municipales del pasado mes de septiembre.

De acuerdo con la tesis del ex jefe del Ejército disidente, el sandinismo debe proyectarse "desde una posición de centro, nacionalista, de unidad nacional, para darle a Nicaragua un balance de esta situación de 10 años de Gobiernos de derecha que hemos tenido". "Mi llamado", añadió, "va en dirección de que se reflexione sobre la fórmula que haga más creíble la moderación del Frente Sandinista".

La descalificación contra su hermano, uno de los comandantes históricos de la revolución contra los Somoza, ha causado un cisma dentro del sandinismo. "Estar contra Daniel es estar por el divisionismo", dogmatizó Tomás Borge, ex ministro del Interior. Las interpretaciones son también diversas. El presidente de Ética y Transparencia, Carlos Tünnerman, sostiene que la posición del general retirado responde a la actitud de los nuevos empresarios sandinistas, nada dispuestos a arriesgar el capital político acumulado por el FSLN en los comicios municipales de noviembre y dispuestos a "sacarle los réditos mayores para proteger sus intereses personales, que son muy grandes y que son más bien empresariales".

Las diferencias entre los Ortega no son nuevas y quedaron puestas de manifiesto poco antes de la pérdida del poder en 1990. Daniel Ortega defendió las ventajas políticas y electorales de conceder tierras a los campesinos, de conceder a los obreros una participación en la dirección de las empresas y de eliminar el Servicio Militar Patriótico (SMP), un alistamiento obligatorio contra la guerrilla antisandinista que fue progresivamente impopular y restó miles de votos al FSLN. Humberto Ortega, entonces el duro, rechazó rotundamente la eliminación de la leva y, contrariamente a su hermano, se escoró después hacia posiciones moderadas con el triunfo de Violeta Chamorro, promoviendo un entendimiento con Arnoldo Alemán tras la derrota en las presidenciales de 1996, que Daniel Ortega consideró fraudulentas.

Uno de los temores del ex jefe del Ejército es que la candidatura de su hermano pueda estimular una coalición entre el centro y la derecha que gane en 2001. Alentada por los buenos resultados en las municipales, la dirección sandinista maniobra en diferentes direcciones. "En las municipales han jugado no tanto las banderas y consignas partidarias como las personas, los líderes naturales, y en el triunfo de Herty Lewites en Managua, la suma de partido e imagen contribuyó al triunfo del Frente Sandinista", precisa el analista Alejandro Serrano. Repetir esa fórmula en las presidenciales es el objetivo.

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