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Bush nombra secretario del Tesoro a un empresario recibido con dudas en Wall Street

Enric González

George W. Bush sigue formando su equipo. La selección parece hacerse con dos criterios básicos: los que ingresan deben ser amigos personales del presidente electo o de su vicepresidente, Dick Cheney, o haber trabajado en la administración de George Bush padre. El nombramiento más importante de ayer fue el de Paul O'Neill, hasta ahora presidente del gigante del aluminio Alcoa, como secretario del Tesoro. La nominación de O'Neill fue recibida sin entusiasmo por el mundo financiero de Wall Street. O'Neill, de 65 años, es un viejo amigo de Dick Cheney.

O'Neill y Cheney trabajaron en la administración de Gerald Ford y son directivos del think tank ultraconservador American Enterprise Institute. Bush le presentó como "el hombre idóneo". "Nuestra economía muestra signos de estar decayendo y por eso era importante para mí", dijo el nuevo presidente, "encontrar a alguien con vasta experiencia, con mano firme, capaz de hablar con autoridad, convicción y conocimientos. He encontrado ese hombre en Paul O'Neill". No todo el mundo creyó en la idoneidad de O´Neill. Ni siquiera el propio Bush, que pensó antes en otros candidatos, como el congresista Bill Archer o el presidente de la Reserva Federal en Nueva York, William McDonough. Pero las primeras opciones se descartaron por distintas razones (carácter difícil, falta de entusiasmo, malas perspectivas de aprobación por parte del Senado) y, finalmente, Cheney logró imponer a su amigo.

Sin experiencia

Tradicionalmente, los secretarios del Tesoro son políticos curtidos o miembros de la élite de Wall Street. O'Neill no es ni lo uno ni lo otro. Carece de experiencia en la gestión del dólar, nunca ha trabajado en los mercados financieros y procede de la vieja economía. Durante la presentación de su nombramiento, se le preguntó por la escasa confianza con que le recibía Wall Street. O'Neill no encontró otra respuesta que una larga perorata sobre su vieja y excelente relación con Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal. También se le preguntó a Bush si su insistencia en que la perspectiva económica era mala no contribuía a hacerla peor. "Nuestra esperanza es que la economía siga robusta", dijo Bush. "Pero si no, tenemos un plan", añadió. El plan se basa en la reducción de impuestos, la reforma de la Seguridad Social y la eliminación de controles administrativos sobre las empresas. Los otros nombramientos de la jornada fueron los de Don Evans como secretario de Comercio, Mel Martínez como secretario de Vivienda y Ann Veneman como secretaria de Agricultura. Don Evans, ex ejecutivo del petróleo, tiene 54 años y forma parte del círculo de amigos íntimos de George W. Bush. Le ayudó a dejar la bebida, le regaló la Biblia que el presidente electo lee diariamente, recaudó 100 millones de dólares (unos 18.700 millones de pesetas) para la campaña presidencial y acompañó al candidato en casi todos sus viajes. Está casado, además, con una amiga de la infancia de Bush. "Evans es como un hermano para el presidente", según Karen Hugues, la consejera de prensa de la Casa Blanca.

Mel Martínez, el nuevo secretario de Vivienda, es amigo de Bush y de su hermano Jeb, gobernador de Florida. Pocos le conocen -hasta ahora era presidente de Orange County, cargo que corresponde al alcalde de Orlando- y si su nombre suena a alguien, será por su feroz campaña contra el retorno a Cuba del niño balsero Elián González. Martínez, de 54 años, nació en Cuba y fue trasladado a Estados Unidos en 1962, sin su familia. Se educó en un orfanato de Florida y se pagó los estudios de Derecho trabajando como encargado del edificio en que vivía. Su experiencia en el sector de la vivienda se reduce a ese empleo y a dos años como concejal de urbanismo en Orlando.

Ann Veneman, de 51 años, ocupó un alto cargo en el departamento de Agricultura durante el mandato de Bush padre. En los últimos años ha desempeñado funciones de importancia dentro del Partido Republicano; la última, la coordinación de la campaña de Bush en California, donde venció Al Gore.

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De origen humilde

Veneman, Martínez y Evans comparten una cualidad que George W. Bush parece apreciar mucho: son personas de origen humilde. Veneman es hija de un granjero de Modesto (California); Martínez constituye un ejemplo de la integración y el ascenso de la inmigración cubana en Florida; y Evans comenzó trabajando como peón en la compañía petrolera Tom Brown, de la que ahora es presidente. Bush no perdió la ocasión, durante los nombramientos, de recordar la "maravillosa historia personal" de Mel Martínez, que "por ser inmigrante, refugiado, comprende como pocos cuáles son los auténticos valores americanos".

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