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MOHAMED BASRIDIRIGENTE HISTÓRICO DEL SOCIALISMO

MARROQUÍ "Lo menos que debe hacer el primer ministro Yussufi es dimitir"

El socialista Abderramán Yussufi, primer ministro de Marruecos, se presentó de improviso el 25 de noviembre en el modesto chalé en Casablanca de otro dirigente del partido, Mohamed Basri. Llevaba bajo el brazo un ejemplar del semanario Le Journal que contenía una "bomba" cuya onda expansiva convulsiona aún a la clase política marroquí, especialmente a los militantes de partidos de izquierdas.En el que fue su último número (ese mismo día, Yussufi tomó la decisión de prohibir definitivamente el semanario), Le Journal publicaba una carta enviada en 1974 por Basri, exiliado en aquellos años en Argelia, a Abderrahim Buabid, entonces secretario general de los socialistas marroquíes (USFP), y a otro dirigente del partido, Yussufi, refugiado en Francia.

De la misiva se desprende que tanto Buabid, hoy día fallecido, como Yussufi estaban al corriente de los preparativos del golpe de Estado que perpetró dos años antes el general Mohamed Ufkir para derrocar a Hassan II derribando su avión. El rey tuvo suerte: consiguió salvarse y su hombre de confianza se vio obligado a suicidarse.

Buabid y Yussufi habrían, por tanto, dado su aprobación tácita a una intentona protagonizada por el general al que se considera responsable del secuestro en París, en 1965, y posterior asesinato de Mehdi Ben Barka, el líder histórico de la izquierda marroquí, que gozaba de gran prestigio en todo el Tercer Mundo.

La conversación en Casablanca entre los dos veteranos militantes socialistas, Yussufi y Basri, exiliados durante muchos años, condenados a largas penas de prisión e incluso a muerte por defender sus ideas durante los años de plomo del reinado de Hassan II, fue tensa. El primer ministro, de 76 años, le pidió a Basri, de 71, que desmintiese la autenticidad del documento, pero éste sólo aceptó guardar silencio hasta el congreso del partido convocado a finales de marzo. "Por lo demás, te las apañas para capear el temporal", le dijo Basri a Yussufi.

"Tengo un compromiso moral con Yussufi y por eso no puedo hablarle de la carta", explica Basri a EL PAÍS cuando, animado por algunos jóvenes socialistas, acepta, por primera vez tras la divulgación de la misiva, recibir a un periodista. "Pero podemos hablar de política", añade.

Basri, un viejo combatiente del Ejército de Liberación contra la potencia colonial, no oculta su decepción por la timorata transición marroquí iniciada con la llegada al poder de Yussufi, en 1997. "Todo el mundo confiaba en que actuase de otra manera", se lamenta. "¿Ha modificado en algo las instituciones que fabricó Driss Basri?", el que fue durante 20 años el todopoderoso y autoritario ministro del Interior de Hassan II.

Su última decepción con su compañero de partido ha sido para Basri la decisión que tomó Yussufi de prohibir definitivamente, además de Le Journal, otros dos semanarios, Demain y Assahifa, que se hicieron eco de la famosa carta. Si le disgustaba el contenido de estas publicaciones "debería haberlas llevado a los tribunales".

Basri duda, sin embargo, de que Yussufi haya ordenado el cierre motu propio. "¿Ha aceptado Yussufi ser un mero brazo ejecutor?", se pregunta. "¿Ha ejercido el Ejército presiones sobre Yussufi? ¿Debe un hombre con una trayectoria de lucha democrática como Yussufi someterse a esas presiones? ¿No debería más bien comportarse como el rey Juan Carlos y resistir a esas presiones?". "Lo menos que podría hacer es dimitir", sentencia. Abraham Serfaty, otro histórico dirigente de la izquierda marroquí, también ha pedido la renuncia del primer ministro.

En una entrevista publicada ayer por EL PAÍS, Yussufi se responsabilizaba plenamente de la orden de cierre de los semanarios, aunque señalaba que, en contra de lo escrito, no la había tomado a causa de la publicación de la carta de Basri, sino de los ataques que habían proferido contra la monarquía y, sobre todo, contra el Ejército.

Para Basri, la divulgación de la misiva no ha enturbiado la relación entre el primer ministro y el rey Mohamed VI, contra cuyo padre pudo conspirar Yussufi. "Según las informaciones de las que dispongo, el monarca le ha puesto las cosas fáciles a Yussufi". Para tranquilizarle, prosigue, le ha dicho que "era un episodio del pasado, de la historia, al que había que dar un carpetazo". El rey no le ha incitado, por tanto, a actuar con firmeza.

La publicación de la carta sí ha enturbiado, en cambio, el ambiente en las filas del primer partido de Marruecos por el número de sus diputados. Mohamed el Yazghi, el número dos de los socialistas y posible delfín del primer ministro, considera que "Basri se ha autoexcluido". Attar Bougaled, diputado por Casablanca, resalta que, ante el ataque, "los socialistas han cerrado filas como nunca".

En el otro bando, el parlamentario socialista Ahmed Zaidi no ha dudado en criticar en la Cámara baja la triple prohibición y otras medidas anteriores, como la expulsión, en noviembre, del delegado en Marruecos de la agencia France Presse. Las Juventudes Socialistas, cuyo semanario también fue clausurado en el verano por Yussufi, arremeten contra su secretario general.

Otro viejo adversario de Hassan II, Omar Jattabi, ha echado más leña al fuego. "La dirección nacional de la UNFP estaba al corriente del intento de golpe de Estado de 1972 y no lo denunció", afirma este médico en un comunicado repleto de detalles.

Todo esto, según Mohamed Basri, "debería ser discutido a finales de marzo", en el primer congreso que los socialistas marroquíes celebrarán desde hace 12 años. Pero duda de que se llegue a reunir. "Formo parte de la comisión preparatoria y no se me convoca a reuniones", se sorprende. "Me pregunto si Yussufi se va a atrever a insuflar algo de vida democrática en nuestra formación".

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