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Los errores del texto de Niza reabren la batalla por el reparto de votos en la UE

Carlos Yárnoz

Los errores contenidos en el texto del Tratado de Niza distribuido la pasada semana tras la cumbre han reabierto la batalla por el reparto de votos en el Consejo de Ministros de la UE. La cifra de votos necesarios para lograr acuerdos por mayoría cualificada no equivale a su correspondiente porcentaje. Ahora, unos países mantienen que la cifra buena es la de los votos, y otros creen que es la del porcentaje. Las discrepancias, como ocurrió en Niza, se centran de nuevo entre países grandes y pequeños.

Francia, como país que preside la Unión Europea (UE) este semestre, difundió el jueves el "texto provisional" del Tratado aprobado en Niza. En su primera página se advierte de que el documento está "pendiente de una revisión jurídico-lingüística". Pero, evidentemente, no sólo se trata de ese tipo de revisión, porque el texto incluye unos sorprendentes errores que han provocado ahora interpretaciones opuestas entre los países.El más importante de esos errores está incluido en el Anexo III, titulado Declaración sobre el umbral de la mayoría cualificada y el número de votos de la minoría de bloqueo en el marco de la ampliación. En él se indica que, una vez que se produzca la ampliación de la UE, el porcentaje "máximo" de votos para aprobar algo por mayoría cualificada será de 73,4%, y que el número de votos necesario para bloquear cualquier decisión será de 88 a partir de 2005, y de 91 cuando se haya completado la ampliación a 27 Estados.

Dado que el número total de votos será de 345, las cifras no encajan. Si se bloquea con 88 votos, el porcentaje de mayoría cualificada sería superior al 73,4% (concretamente, el 74,7%). Y si, por el contrario, el porcentaje está bien puesto, no se podrá bloquear con esos votos, sino con más.

Pero no sólo eso. En el mismo texto se dice que, hasta que se complete la ampliación, "la mayoría cualificada corresponderá a un porcentaje de los votos inferior al porcentaje actual", que es del 71,2%. En el hipotético caso de que en 2005, año en que entrará en vigor el nuevo reparto de votos, no se hubiera incorporado ningún nuevo país, las cifras nuevamente tampoco encajarían.

Ante semejante duda, las disputas se han planteado de inmediato; sobre todo por parte de Bélgica, el país que, junto con Portugal, encabezó en Niza la batalla contra los países grandes de la UE a la hora de repartir los votos. El Gobierno belga mantiene ahora que los porcentajes son correctos y que son las cifras de votos las que deben variar, de forma que para bloquear acuerdos se necesiten al menos 92 votos.

Si triunfara esa tesis, los países grandes perderían una pequeña parte de su poder, porque necesitarían apoyos más importantes para bloquear. Obviamente, no es la posición que tienen los países grandes, España incluida, que aseguran que las cifras de votos son las buenas y que debe variar el porcentaje.

El debate sobre semejante galimatías de las cifras será abordado por primera vez mañana, miércoles, en una reunión que mantendrán los embajadores de las representaciones permanentes de los Quince ante la UE. "Seguro que otra vez habrá discusiones duras", afirma uno de los técnicos que sigue de cerca el proceso, "porque alguno querrá pasar factura por lo ocurrido en Niza". Y es que, precisamente los votos y porcentajes para fijar las minorías de bloqueo fue "el problema tabú" durante toda la cumbre, según recuerda uno de los diplomáticos asistentes a la misma.

Pero casi con seguridad no será ésa la única discusión en la reunión de los embajadores. Algunos países, como Irlanda, se preguntan por qué se ha incorporado al texto del Tratado otra declaración según la cual Bruselas será la ciudad en la que se celebrarán todas las cumbres europeas en el futuro.

Al menos dos de los jefes de Estado o Gobierno presentes en Niza aseguran que eso fue una propuesta del presidente francés, Jacques Chirac, para ablandar las duras posiciones de Bélgica en los minutos finales de la cumbre, pero que no se llegó a aprobar, aunque reconocen que en aquel momento nadie tomó la palabra para oponerse a la idea.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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