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La revolución tecnológica del olivar

La mecanización se introduce en la campaña de recolección de la aceituna en Jaén

"Si la fuerza la hace una máquina, los hombres tienen que esforzarse menos y cuando llega la noche ya no duelen los brazos". Francisco Quesada, de 64 años, ha trabajado toda su vida en medio de los olivares y ahora está viendo cómo cambian las formas, cómo se han introducido tecnologías que alivian las largas jornadas en el campo y tiene claro que hay que apostar por ellas. "Se ahorra mucha mano de obra y todo es más fácil". Su hijo Juan Carlos es el que ahora se encarga de las tierras, de los olivos que tiene repartidos por distintos puntos de la provincia de Jaén. Cada mañana los dos van juntos a recoger la aceituna. A primera hora el hijo ha recogido las nuevas máquinas de las naves, las ha engrasado y las tiene dispuestas para que la cuadrilla de jornaleros empiece a varear árbol a árbol.La demanda de los olivareros de Jaén para adquirir instrumentos mecánicos que agilicen la recogida de aceituna ha sido tal que las empresas suministradoras dejaron de aceptar pedidos meses antes deque empezase la recolección. Los empresarios han adquirido, sobre todo, vibradoras, sopladoras y enormes pinzas mecánicas que están cambiando el paisaje de Jaén.

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Hace apenas una década la aceituna se recogía exclusivamente a mano. Ahora en el campo se oye el ruido de las máquinas haciendo el trabajo de varios hombres desde las ocho de la mañana hasta que cae el sol. Por tres millones de pesetas, más los seis del tractor, se habilita una vibradora que agarra los troncos del árbol y los agita hasta que ha caído la última aceituna. Si a mano cuatro personas tardan diez minutos en hacer caer el fruto de un olivo que dé 60 kilos en una cosecha, con la vibradora se tardan tres con un trabajador menos.

"Adaptarse es una obligación. Primero porque no se encuentra gente que quiera recoger aceituna, y segundo porque no te puedes oponer a mecanizar, es más rápido", advierte Juan Carlos Quesada. Este año ha contratado al mismo número de jornaleros que el pasado, cuando durante este mes va a recoger prácticamente el doble de cosecha.

Su padre recuerda que antes los hombres "se tenían que matar dando palos a la oliva" para conseguir que cayese el fruto. Con las vibradoras de ahora apenas hace falta varear unas pocas veces para que terminen cayendo las aceitunas que más se aferran.

Una vez que están en el suelo, sobre enormes mantos de tela, las aceitunas se amontonan para ser recogidas otra vez por un tractor adaptado que las levanta sin esfuerzos humanos y las traslada hasta el remolque en el que serán transportadas hasta la almazara. Con este trabajo mecánico ha desaparecido la imagen de los jornaleros cargando espuertas.

Quienes han salido más perjudicadas con la mecanización son las mujeres. Ellas tradicionalmente se han dedicado a recoger la aceituna que los vareadores echaban al suelo, pero su trabajo ya lo hacen también a través de ganchos con el tractor. "Sí, ellas ahora trabajan menos, pero su función ha sido importante. Ya vienen pocas a la aceituna porque no quieren y porque les han quitado muchas funciones", reconoce Francisco.

Las labores que les quedan a las jornaleras son residuales donde ha llegado la tecnología. Pueden recoger la aceituna que las máquinas han dejado aún en el suelo, pero eso implica unos pocos kilos que para el empresario no merecen la pena por las poco más de 5.000 pesetas que debe pagar al día a cada trabajador.

Las mujeres quedarán desplazadas si los empresarios no optan por contratarlas como vareadoras, trabajo habitualmente reservado al sexo masculino y hasta hace dos años favorecido con un salario superior. La diferencia entre lo que cobraban los vareadores y lo que percibían las recogedoras se entendió como una discriminación encubierta hacia la mujer, ya que las categorías suponían una división por sexos. El aspecto legal se solucionó con un convenio después de que los sindicatos mantuviesen una dura pugna por conseguir la equiparación de categorías y ahora tendrán que insistir para conseguir que no se mire el sexo cuando se pidan jornaleros para varear.

Los nuevos instrumentos mecánicos -ni las organizaciones agrarias ni la administración saben qué grado de mecanización tiene la recogida de la aceituna- incluyen también una vibradora personal que en lugar de tractor utiliza el cuerpo humano como soporte. Su rendimiento es menor porque tiene menos capacidad de enganche de las ramas, pero es más ágil porque entra en cualquier terreno. Con ella no se mueve la tierra en un radio de más de dos metros, su alcance es mucho menor, pero también necesita de unos brazos expertos que sepan manejarla.

Ese es el auténtico problema que genera la mecanización. Juan Carlos Quesada utiliza la vibradora cada día. "No hay muchos jornaleros especializados". Si la mano de obra es insuficiente en Jaén durante los meses de diciembre y enero para la recolección, la que sabe de los nuevos instrumentos es casi inexistente. La tercera máquina, conocida en los olivares de Jaén como el "boggie" es aún más difícil de conducir, Son manos metálicas que agarran los troncos, pero en lugar de ir amarrados a un tractor configuran un pequeño vehículo de tres ruedas. Cuestan entre 10 y 15 millones y son el todoterreno de lujo del olivar.

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