Israel tiende puentes a los palestinos mientras continúa la represión
Israel trata de reabrir los puentes de diálogo con los palestinos, ofreciendo como prueba de buena voluntad ciertas medidas de pacificación, entre las que se barajan el repliegue de los tanques, el levantamiento del asedio a las ciudades y el permiso para que 16.000 obreros palestinos puedan trabajar en territorio israelí. Pero estos gestos parecían ayer contradecirse con la firmeza con que las tropas hebreas reprimieron en los territorios autónomos un nuevo Día de la Ira, en el que otros seis árabes resultaron muertos.
Diálogo catastrófico
El leve destello de esperanza provocado por la entrevista entre el ministro israelí de Asuntos Exteriores, Shlomo Ben Ami, y el presidente palestino, Yasir Arafat, el pasado jueves en Gaza empezó a apagarse ayer. Y eso a pesar de que, a la salida de esa cita, Israel anunció la inminente reanudación del diálogo. Pero los sucesos de ayer amenazan con sumir de nuevo los territorios autónomos en la oscuridad de la violencia. La dura represión ejercida por los soldados israelíes contra los palestinos que ayer participaron en un nuevo Día de la Ira, que coincidió con el tercer viernes de Ramadán, hacen difícilmente verosímil por ahora el retorno a la mesa de negociaciones.La actitud del Ejército fue radical en diferentes puntos de Cisjordania y Gaza, pero especialmente en la ciudad vieja de Jerusalén, donde por primera vez desde hace varias semanas volvieron a registrarse incidentes entre soldados y fieles musulmanes a los que se les había impedido el acceso a la Explanada de las Mezquitas. Los servicios de seguridad de Israel impusieron de nuevo las medidas restrictivas que impiden acceder a los templos a los varones menores de 35 años. La ira de los jóvenes que no pudieron rezar en la mezquita de Al Aqsa fue reprimida con dureza por los soldados a caballo estacionados ante las puertas de Damasco y de los Leones, provocando decenas de heridos y obligando a los comercios de Jerusalén oriental a cerrar sus puertas.
En medio del fragor de los combates, Marwan Barghuti, el jefe de la milicia Tanzim, convertido en la voz del pueblo, lanzó una retahíla de críticas con respecto a la reunión del día anterior entre Arafat y Ben Ami, y propugnó continuar con la Intifada y eludir la mesa de negociaciones por el momento, ya que, en su opinión, sería catastrófico para el pueblo palestino."Los palestinos no esperan nada de las negociaciones. Hemos negociado durante siete años y no hemos logrado nada", recordó Barghuti desde su cuartel general de Ramala, aparatosamente custodiado por sus propios hombres en un intento de proteger a su líder de la guerra sucia del Ejército israelí, que en las últimas semanas ha emprendido la liquidación sistemática de los líderes de la Intifada.
El ministro palestino de Información, Yasir Abed Rabbo, coincidió con el dirigente de Tanzim al afirmar que era "demasiado prematuro hablar de una reanudación de las negociaciones", y subrayó que antes hay que "verificar si Israel ha cambiado de postura", al tiempo que hay que "evaluar las posibilidades reales" de un retorno al diálogo. El Gobierno palestino y el comité ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tienen la última palabra: se han comprometido a examinar en las próximas horas, sin grandes entusiasmos y esperanzas, la oferta de diálogo de Israel.
[EE UU está tanteado a israelíes y palestinos para ver la posibilidad de reunirles en Washington, según informó ayer un portavoz del Departamento de Estado citado por France Presse.]
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