Los 'padrinos' de la ONU
El fiscal investiga si la Mafia recibió miles de millones de las obras para la cumbre contra el crimen en Palermo
Lo último que el alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, y el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, hubieran podido imaginar el pasado martes, cuando inauguraron solemnemente la Convención de la ONU sobre Delincuencia Organizada Transnacional en el Teatro Massimo de la capital, es que la inmediata beneficiaria de la cumbre fuera a ser la Mafia. Que parte de los 6.800 millones de pesetas gastados por el ayuntamiento de la ciudad, el gobierno provincial y el regional en las obras de infraestructura y embellecimiento de Palermo, necesarias para acoger la cumbre, hayan pasado directamente a manos de los padrinos de Cosa Nostra, a través de empresas de su propiedad más o menos camufladas. Y, sin embargo, ésta es la inquietante hipótesis sobre la que trabaja la fiscalía antimafia y la policía local desde que recibieran, el pasado octubre, sendas cartas anónimas en las que se denunciaba la matriz mafiosa de muchas de las firmas que ganaron en su día los concursos de obras. En tres meses se subastaron 67 obras de remodelación que han mejorado considerablemente el aspecto decadente de Palermo.La noticia, publicada ayer con gran despliegue por el diario La Repubblica, ha caído como un mazazo en la ciudad, repleta estos días de delegados de Naciones Unidas que se desplazan por las calles, cortadas al tráfico, en minibuses escoltados por motoristas de la policía. Quien más quien menos ha pedido que le traduzcan el artículo en cuestión y se ha enterado, de paso, de que también la llamada ciudadela de la Justicia, modernas dependencias en torno al Tribunal de Justicia, donde se han celebrado ruedas de prensa y seminarios de la cumbre, ha sido edificada por Cosa Nostra, que aportó desde la piedra viva que adorna las fachadas hasta el último saco de cemento. Son molestos detalles que no contribuyen especialmente a reforzar la imagen que ha querido dar estos días el alcalde, Leoluca Orlando, de una Palermo victoriosa en la lucha contra la Mafia.
Pero la noticia viene a ser, al tiempo, una respuesta demoledora a las afirmaciones del subsecretario de la ONU y director del Programa Internacional sobre control de drogas y prevención de la delincuencia, Pino Arlacchi. Rompiendo todos las normas de prudencia que debe respetar un orador en esta capital, Arlacchi declaró el martes desde la tribuna de la Convención que la Mafia ha sido prácticamente derrotada ya. Y ese mismo día se organizó el escándalo.
Sobre el subsecretario de la ONU llovieron las críticas y los desmentidos, tanto del ministro italiano de Justicia, Piero Fassino, como del fiscal antimafia de Palermo, Pietro Grasso, que dirige un poderoso tinglado de investigadores y policías. Hasta el punto de que Arlacchi optó por difundir al día siguiente una nota de rectificación en la que aclaraba con sabiduría italiana: "La Mafia ha sido derrotada sólo temporalmente. Si esto se transformará en una derrota histórica o no, depende del Estado y de los ciudadanos italianos".
Grasso se apresuró a subrayar que no se puede hablar de derrota cuando se aborda el tema de la Mafia. Todo lo más, la organización criminal se ha limitado "a cambiar de estrategia", dijo. Ejemplo de esta nueva estrategia sería precisamente la actitud con la que los padrinos de Cosa Nostra han aceptado con la mejor sonrisa la celebración de la cumbre antimafia en una ciudad como Palermo. En tiempos de las viejas familias, alguno habría estado tentado de responder con dinamita a la provocación de la ONU y del ayuntamiento. Hoy, en cambio, el nuevo espíritu empresarial ha llevado a los capos a repartirse los famosos appalti (concesiones de obras) en vísperas de la cumbre, sin darse por aludidos sobre su contenido, ni la posible amenaza que representa para sus intereses.
El escándalo de los appalti de la ONU, como ha sido bautizado este episodio, ha dejado mal sabor de boca en los organizadores de la reunión, y más de un destacado participante ha lamentado que este incidente haya robado protagonismo a la cumbre. Y, sin embargo, olvidan que en Italia existe la tradición de hacer estallar los escándalos internos coincidiendo con esta clase de eventos internacionales. La última reunión de la ONU contra la delincuencia organizada, celebrada en Nápoles hace seis años, ha pasado a la historia no precisamente por sus brillantes conclusiones, sino por la citación del Tribunal de Milán que recibió el entonces primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, cuando brindaba por el éxito de la conferencia junto al presidente Bill Clinton.
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