¡Juntos, ya!
Quienes a raíz del asesinato de Ernest Lluch nos manifestamos por las calles de Barcelona unidos en defensa de la libertad, contra el terrorismo y a favor de la paz éramos conscientes de que sólo ETA podía permanecer impertérrita ante aquella manifestación de dolor y, al mismo tiempo, de civismo y compromiso democrático.Ayer, ETA volvió a asesinar en Cataluña. Esta vez han matado a Francisco Cano, concejal de Viladecavalls, un hombre normal -como todos a los que los terroristas les ponen el coche bomba o la bomba lapa, o les pegan el tiro en la nuca-, trabajador, preocupado por los problemas de su pueblo y elegido democráticamente por sus vecinos. Antes fueron José Luis Ruiz Casado en Sant Adrià de Besòs, Ernest Lluch en Barcelona, y ahora Francisco Cano. Tres asesinatos de ETA en Cataluña desde el mes de septiembre confirman que la banda terrorista ha optado por sembrar de terror nuestros pueblos y ciudades.
En el largo puente de la Constitución se había fraguado el primer paso hacia la recuperación del diálogo y el consenso frente al terrorismo y a favor de la libertad. El acuerdo entre el PP y el PSOE ha alejado la política antiterrorista de derivas electorales y la ha confirmado como un asunto de Estado. Como todo acuerdo, es el resultado de cesiones por ambas partes, pero lo importante es el resultado final porque es un paso no suficiente pero, sin duda, necesario. Un paso que teníamos la obligación de realizar los grandes partidos, pero en el que también tenemos la obligación de trabajar para conseguir extenderlo a la totalidad de fuerzas democráticas.
No es un acuerdo contra el nacionalismo como han pretendido algunos, sino que tiene al terrorismo como único adversario. El acuerdo solamente es excluyente con los asesinos, con nadie más. Los socialistas nunca pediremos a los nacionalistas que renuncien a sus principios ni a sus aspiraciones políticas, como no lo hicimos en los más de 14 años que gobernamos en coalición en el País Vasco.
Pero, si queremos decir al PNV que no se puede mantener un pacto como el de Lizarra con quienes justifican y dan cobertura a los terroristas. No se puede mantener un pacto como Lizarra mientras no exista libertad de expresión, mientras no se respeten los derechos humanos, individuales y colectivos, y mientras ETA no deje de matar. Y no se puede mantener Lizarra porque contamina la política mezclando principios legítimos con la violencia.
Por eso, también le pedimos a CiU que sea coherente, que dé un paso al frente y que sea sensible con lo que quiere una gran mayoría de catalanes. Pedimos a Convergència y pedimos a Unió que se sumen al pacto contra ETA. Se trata de sumar esfuerzos contra el terror. Un paso de CiU en este sentido tampoco será suficiente, pero sin lugar a dudas será muy importante.
Los socialistas catalanes, al igual que nuestros compañeros de Euskadi y del resto de España, pensamos que la violencia no tiene precio político. Carod Rovira, líder de un partido independentista, ha dicho muchas veces que ningún objetivo político merece una gota de sangre. Por eso, le pedimos a Esquerra Republicana generosidad para luchar contra el terrorismo porque se puede hablar de todo, y se puede hablar con todos, siguiendo los cauces democráticos, pero no se puede hablar con los violentos mientras exista violencia. No sobran las ideas, sobran las pistolas.
La defensa de la libertad, de la democracia y, en definitiva, de la dignidad humana exigen firmeza y coherencia y no admite posturas tibias o presuntamente equidistantes. La renuncia a la violencia es una condición indispensable para hablar con todos, y para hacerlo tenemos un marco institucional amplio, flexible y con mecanismos para su propia autorreforma.
Desde el fin de los Pactos de Ajuria Enea y de Madrid se habían dado muchos pasos hacia atrás. No es el momento de señalar culpables, sino el de aprovechar este primer paso en la buena dirección. Sé que el camino por el que hemos avanzado y retrocedido en varias ocasiones no está exento de problemas, pero estoy convencido de que este primer paso a favor de la paz es una oportunidad para que ante el terrorismo la separación entre demócratas y violentos sea la única existente.
Los catalanes y catalanas hemos padecido algunos de los atentados más sangrientos de ETA -lo fueron el de Hipercor y el de la casa cuartel de Vic-. De ellos salió siempre una sociedad fortalecida en sus convicciones democráticas. ETA nunca ha conseguido que dejáramos de pensar como hombres y mujeres libres y tampoco lo conseguirá con este nuevo atentado.
ETA es hoy el enemigo más temible con el que tenemos que enfrentarnos. Y debemos hacerlo desde la fortaleza de nuestra cohesión como sociedad y desde la fortaleza de nuestra pluralidad política, cultural y social. Son éstas las características de nuestra sociedad que, sin duda alguna, más aborrece el totalitarismo del terror. Son las que históricamente nos han dado fuerza para superar calamidades como la dictadura franquista y las que ahora nos hacen fuertes frente a la dictadura del terror. En este sentido, Cataluña debe seguir siendo fiel a sí misma.
José Montilla es primer secretario del PSC. jmontilla@psc.es
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