Consenso
Lo que parecía imposible, 24 horas antes de iniciarse el congreso de los socialistas malagueños, lo han conseguido: Rosa Bustinduy y Josele Román fumaron la pipa de la paz. Hay reparto de fuerzas y esfuerzos y se termina, al menos de momento, el peligro de reabrir viejas y traumáticas heridas, a las que históricamente han sido muy dados los socialistas malagueños.José Asenjo y Juan Fraile movieron piezas y peones. El consenso, por el que casi nadie apostaba, es una realidad, salvo sorpresas no previsibles. Manuel Chaves y María del Mar Moreno, quizá en su primera actuación como secretaria de Organización del PSOE de Andalucía, podrán comerse los turrones en paz. Ambos estaban siguiendo de cerca la evolución del precongreso y temían, con razón, que Málaga saltara de nuevo hecha añicos, con divisiones que les hubiera sumido en las guerrillas fraticidas. No ha sido así. Asenjo ha hecho valer su capacidad de negociador, de ser hombre de consenso y con un prestigio ganado en los últimos años a pulso, Juan Fraile ha demostrado ser flexible, sin necesidad de tensar las cuerdas, aun sabiendo que la candidata por la que él apostaba tenía todas las de ganar.
Los socialistas malagueños, que desde el año 1996 vienen perdiendo votos de manera escandalosa en cuantas confrontaciones electorales ha habido, tienen ahora la oportunidad de mostrarse ante la sociedad como un partido cohesionado. Los observadores del PP, que hasta ayer mismo se frotaban las manos porque de nuevo le ponían en bandeja reeditar resultados anteriores, se desayunarán hoy con un acuerdo por el que, presumiblemente, los socialistas recuperen el tiempo perdido.
En esta historia de encuentros y desencuentros, de amores y odios, hay otros actores que apoyaron el consenso como Magdalena Álvarez, Rafael Centeno, Paulino Plata, Luciano Alonso y Francisco Oliva. Cuando anoche cerraron los acuerdos, todos ellos pudieron respirar tranquilos y el que más Manuel Chaves, que vendrá a clausurar el congreso y el domingo, si el tiempo no lo impide, se comerá las migas y el "remojón" en Torrox, con una sonrisa que le llegará de oreja a oreja. Y no es para menos.
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