Florida, tocada
Florida ha salido gravemente herida después de esta accidentada elección. El resto del país y del mundo han visto el culebrón en televisión, pero aquí se quedan los tres poderes enfrentados, los ciudadanos amargamente divididos, el sistema electoral ridiculizado y un olor a pucherazo que no hay desodorante político que lo pueda eliminar de inmediato.Incluso el patriarca de la familia vencedora, el ex presidente George Bush, ha dicho que lo siente por Jeb. En el reparto de protagonistas, el gran perdedor es sin duda Jeb Bush, gobernador de Florida y hermano del presidente electo. La sombra de la duda le acompañará en lo que le queda de mandato y, según todos los observadores, difícilmente podrá después resucitar sus esperanzas políticas. A menos que pueda borrar de la memoria popular que su hermano ha ganado por 197 votos de los seis millones emitidos, en un Estado controlado por los republicanos, con un escrutinio repleto de irregularidades en el que se han quedado sin contar casi 50.000 sufragios.
La contienda electoral de 2002 empezó ayer no sólo para el gobernador Jeb, sino para los parlamentarios republicanos que el martes aprobaron la póliza de seguros de George W. horas antes de que el Tribunal Supremo federal se pronunciara, para garantizarle los 25 compromisarios del Estado. Son conscientes del precio que tendrán que pagar en las urnas. Todo ello ha erosionado la credibilidad ciudadana en las instituciones.
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