El Gobierno de Ibarretxe pierde tres de cada cuatro debates parlamentarios
En su particular carrera por llegar en condiciones a las elecciones, PNV y EA, los partidos que sustentan el Ejecutivo vasco, hacen oídos sordos, semana tras semana, a los acuerdos que por mayoría saca adelante la Cámara de Vitoria. Desde que EH abandonó el hemiciclo, en septiembre, el Ejecutivo de Juan JoséIbarretxe ha perdido tres de cada cuatro proposiciones no de ley que le han presentado el PP y el PSE, y sus miembros han tenido que responder a la mayor ofensiva de preguntas e interpelaciones de los últimos años, 48 interpelaciones y 22 preguntas en los tres últimos meses, dirigidas principalmente al lehendakari, al consejero de Interior y a la vicelehendakari.
Prorrogar los Presupuestos
Pese a esta situación de acoso, las consecuencias políticas de las proposiciones no de ley aprobadas en el Parlamento vasco son nulas. Ni el Gobierno toma las medidas para corregir el rumbo que le sugieren esas iniciativas ni toma en consideración lo que la mayoría de la Cámara piensa y dicta. Si bien las proposiciones no obligan al Ejecutivo, lo cierto es que sí le vinculan moralmente y deberían tener algún reflejo en la forma de hacer de la Administración vasca.Las victorias de la oposición lo son además en todos los campos, desde el político hasta el sectorial, hasta el punto de que tres de cada cuatro propuestas que han presentado han contado con la mayoría de PP y PSE más UA, 32 escaños, frente a los 29, en el mejor de los casos, que se obtienen de la suma de PNV, EA e IU. Con la particularidad de que IU se ha abstenido en muchas ocasiones y en otras ha votado con PP y PSE.
Las fisuras que la ruptura de la tregua de ETA creó en el bloque del Pacto de Lizarra empezaron a tener consecuencias parlamentarias en primavera, pero en junio, el último mes hábil del segundo periodo de sesiones de la sexta legislatura, fue impresionante. EH quiso demostrar al Gobierno vasco que sin sus 14 parlamentarios no se sostenía y le dejó solo en numerosos debates. Así, PSE y PP sacaron adelante propuestas que atribuían al departamento de Educación y al propio sistema educativo vasco cierta responsabilidad en la conducta de los jóvenes, y varios asuntos relacionados con los modelos lingüísticos. Sin embargo, en uno de los debates más intensos, el plan de paz que plantearon los socialistas, el PNV apoyó alguno de los puntos y el PP otros, posibilitando que el plan fuera aprobado.
Pero lejos de romperse el hielo entre nacionalistas y no nacionalistas, la interpretación que el propio lehendakari hizo de aquel acuerdo días después en una reunión con el presidente del Gobierno central, José María Aznar, congeló aún más el océano que les separaba. Portavoces de la ejecutiva del PSE dijeron entonces que jamás perdonarían a Ibarretxe la utilización "partidista" de aquel texto que pretendía tender puentes y acabó por romperlos definitivamente.
En septiembre, en el debate de política general, EH confirmaba que abandonaba la Cámara de Vitoria y dejaba al Gobierno de Ibarretxe a la intemperie. Sin mayoría ni en la Junta de Portavoces ni en el hemiciclo, el futuro estaba lleno de nubarrones y disgustos.
Ya en el primer asalto, durante el debate de política general, Ibarretxe empezó a constatar su soledad, y con las dos mociones de censura que se debatireron el 5 de octubre comprobó que lo iba a tener muy difícil. Atisbó que estaba abocado a prorrogar los Presupuestos, y que tendría que luchar en solitario para llegar en buen estado a un escenario de elecciones anticipadas, porque el PP y el PSE habían formado un bloque opositor que parecía no tener fisuras. La prueba definitiva la obtuvo el 19 de octubre, cuando presentó su propuesta respecto a los derechos humanos en un pleno en el que sólo recibió el apoyo de EA y, parcialmente, de IU. Fue el momento de mayor presión contra Ibarretxe, y el punto de inflexión que, una vez superado sin convocar elecciones, puso el tiempo a correr a favor de su Gobierno.Aunque seguía perdiendo debates, el lehendakari arrastró a los socialistas a su manifestación en contra de ETA, celebró un acto en favor del Estatuto aunque la representación social y política fue incompleta, y, sobre todo, dejó a los partidos de la oposición sin más cartuchos que los propios debates parlamentarios.
Los constitucionalistas ganaron en noviembre el debate sobre la manipulación en los libros de historia y sobre la hospitalización de los enfermos de bulimia y anorexia, y en el último pleno sacaron adelante cuatro votaciones de las seis propuestas a debate. Concretamente, la que pedía la elaboración inmediata de la Ley del Suelo y la ejecución de la línea tres del metro de Bilbao, además de impedir que se solicitara a la Administración central que las matrículas llevaran un distintivo de la comunidad autónoma.
Pero, de momento, Juan José Ibarretxe aguanta en su forma de gobernar y no ha dado síntomas de haber iniciado la cuentas atrás para las elecciones.
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